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14 de enero de 2008

EL MINISTERIO DEL AMBIENTE Y LA MODA DE LAS MORALEJAS


Nilton Deza

Presidente del Frente de Defensa de Cajamarca

Presidente de ECOVIDA


Los últimos años, con el manejo de nuestros recursos naturales por inversionistas extranjeros, hemos visto la necesidad de que los temas ambientales se centralicen en una institución realmente rectora del manejo ambiental. No es posible que una concesión de un bosque amazónico se dé de manera irregular por funcionarios del Instituto Nacional de Recursos Naturales; denuncias que leemos en los diarios, o una oficina del Minem apruebe una EIA y otra oficina del mismo ministerio sea la que fiscalice la actividad minera de esta EIA que ellos mismo aprobaron. “Del mismo cuero salen las correas”.

Leemos pasmados (y con mucha indignación), que el premier Del Castillo, envía una carta a la justicia norteamericana para que se rehúsen a aceptar una denuncia contra la empresa Doe Run, interpuesta por dos religiosas, por el envenenamiento por plomo de niños de La Oroya. Esto fue para agilizar la firma del TLC, según él. ¿Vale la pena sacrificar la vida no sólo de niños, sino de todos los pobladores de La Oroya, ciudad dentro del triste ranking de las 10 más contaminadas del planeta, para el continuismo de una política neoliberal, que expresada en parte por el TLC, beneficiará a unos pocos, abriendo más la brecha rico-pobre en el Perú? “Mira con quién andas y te diré quién eres”.

La creación del Ministerio del Ambiente, promocionado con bombos y platillos por el presidente García, no lleva ningún fin altruista para el futuro manejo de los RRNN y nuestro ambiente natural; es sólo un compromiso asumido con la firma del TLC. Por eso, la designación de Antonio Brack para la elaboración de una propuesta del ministerio en ciernes, y posible candidato fuerte para asumir esa cartera; no lleva una garantía de imparcialidad. “Aprendí que a los pececitos dorados no les gusta la gelatina”.

La frase: “El agua en Cajamarca es cada vez más escasa y Yanacocha usa el agua y le quita el 30 % del recurso a las comunidades de agricultores” (sic), extraída de la revista del Instituto del Agua y del Medio Ambiente (2006), es del mismísimo Antonio Brack, cuando realmente era ambientalista. Ahora, a través de sus declaraciones últimas, es abiertamente minero; con la suspicacia de que es en contra de sus reales convicciones. Nadie puede cambiar así de la noche a la mañana. Por eso, colocar a este académico para que haga la propuesta del ministerio del ambiente, es cambiar “mocos por babas” o, cambiar al “perro del hortelano” por “el gato de despensero”.

Sería conveniente, en primer lugar que este ministerio fiscalice toda la actividad minera, sin excepción; y que no quede afuera la minería, como pretende el gobierno. Mucho más conveniente sería aún, y eso llevaría a un clímax de verdadera justicia, actualmente lejos del manejo político de García, para que ésta sea creíble; sería formar una Oficina de Control de Justicia en Asuntos Ambientales, con la fuerza que tiene la OCMA; por ejemplo. “Soñar no cuesta nada”.
Frente de Defensa de Cajamarca - ECOVIDA