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26 de febrero de 2008

FELIZMENTE, LA IGLESIA CATÓLICA NO ESTÁ AJENA AL SUFRIMIENTO DE SU PUEBLO


Javier Jahncke



El año 2007 se realizó la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, Brasil. Se trata de la reunión de los Obispos de toda Latinoamérica, que busca establecer los grandes retos de la evangelización en la región y las tareas a emprender.

Estas conferencias, como lo fueron anteriormente Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992), han culminado con conclusiones plasmadas en documentos eclesiales de suma importancia, que han sido la guía del trabajo de evangelización de los Obispos de Latinoamérica.

En el documento de Aparecida, uno de las conclusiones esenciales ha sido el llamado de Obispos para “El cuidado de los bienes de la creación”, que incluso integra el capítulo del documento final, denominado: “Ecología, Opciones y Desafíos.

En Aparecida, se recuerda que “es el Dios de la Vida que encomienda al ser humano su obra, para que la cultive y la guarde (Génesis 2, 15)”. Aparecida hace un “llamado a los discípulos” como misioneros y discípulos de Jesucristo que tenemos la responsabilidad de cuidar los bienes de la creación, para ponerlos al servicio de todos, principalmente a los pobres y excluídos.

Es decir el documento de Aparecida hace un llamado a los Obispos y sacerdotes a evangelizar a los pueblos para el cuidado de la creación, y acompañarles en sus decisiones sobre su desarrollo: “Buscar un desarrollo alternativo, integral y solidario para eso se debe apoyar la organización de loa sociedad civil” (Aparecida, 406).

Felizmente, hay Obispos, sacerdotes y religiosas de nuestra Iglesia Católica que han asumido las tareas de evangelización de Aparecida, y se preocupan por conocer los padecimientos de su pueblo, y acuden a su llamado de sufrimiento por las violaciones contra sus derechos en diversos ámbitos, incluida las ocasionadas contra la vida, la salud y el medio ambiente sano, generadas por algunas empresas a través de proyectos de inversión que no han efectuado un trabajo de información adecuado ni obtenido permisos de las poblaciones, generando discordias, división de poblaciones, por ende violencia e incluso heridos y fallecidos.

Muchas veces el papel de la Iglesia, allí donde el Estado no está presente, es incomprendido, pero es fundamental, pues se trata del actor con mayor credibilidad (según las encuestas) y con presencia en la mayor parte del país. Lla población la busca para ser escuchada, porque no tiene quien la oiga, para que le ayude a encontrar canales a fin de hacer llegar sus preocupaciones a las autoridades y para poder lograr salidas pacíficas a sus problemas. Esa es una tarea encomiable de sacerdotes, religiosas y obispos que pese a los ataques que reciben, cumplen una misión trascendental, llevando adelante la misión que los Obispos acordaron en Aparecida

Siendo los Obispos, las principales autoridades en sus jurisdicciones, es loable rescatar el compromiso directo de muchos de ellos en el acompañamiento a sus pueblos y el respaldo que prestan a sus sacerdotes y religiosas que asumen directamente dicha tarea, pese a las dificultades e incomprensiones.
Lima 26/02/2008