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18 de noviembre de 2011

EL BAILE DE LA CONGA


El Presidente Ollanta Humala ha cruzado el Rubicón. Mejor dicho, se ha manifestado a favor del proyecto aurífero Conga, que es rechazado por un amplio sector de Cajamarca.

Hay en juego factores económicos, tecnológicos, sociales y culturales. El primer mandatario ha declarado que Conga es importante “porque va a permitir la gran transformación y la inclusión social”. Se basa en la inversión de 4,800 millones de dólares programada por la empresa, que es propiedad de Newmont Mining (70 por ciento), Minas Buenaventura e International Finance Corporation.

No basta, sin embargo, con esa propuesta multimillonaria. El Presidente tiene la obligación de examinar la propuesta, pero también las objeciones de sus críticos.

Los periodistas sabemos que para arribar a la verdad objetiva es necesario escuchar a dos partes en conflicto, y, además, perseguir la verdad más allá de esa confrontación entre dos.

Dijo el Presidente que el estudio de impacto ambiental realizado por la empresa puede ser mejorado. En realidad, ese estudio fue realizado por cuenta de la gran minera. Por eso tiene que ser no sólo mejorado, sino revisado y quizás anulado.

La prensa al servicio del poder económico ha difundido la leyenda de que la empresa va a garantizar agua en la zona, mediante el trasvase de cuatro lagunas para llevar el líquido a reservorios que promete construir. Esto va a proveer más agua que la que hoy se consume, asegura. El Presidente expresó ayer: “Exigimos a la empresa que no nos venga a hacer reservorios de cemento, queremos la construcción de lagunas modernas para ese trasvase”.

Pero el problema no es sólo de volumen de agua o de modernidad de reservorios. Los campesinos de la zona señalan que con el trasvase desaparecerán las filtraciones de líquido que desde épocas ancestrales irrigaban sus terrenos.

Esto confirma que la vía mejor para superar conflictos es el diálogo, la atención respetuosa a las partes, y no sólo a una.

El Presidente debe recordar que regímenes políticos anteriores se caracterizaron por sus concesiones excesivas a la gran empresa. Como alguien dijo en un foro popular, el lema de Alan García pudo ser: “la patria no se vende, la patria se regala”. No se trata de predicar el borrón y cuenta nueva, ni de aceptar contratos contrarios al interés nacional y social.

En ese plano político cabe destacar que Roque Benavides, uno de los dueños de Conga fue militante de la Juventud Aprista en sus días de alumno de la Universidad Católica, y después se declaró admirador de Alberto Fujimori (así como de su legislación antilaboral y antipopular).

Los sectores que mayoritariamente votaron por Humala seguirán apoyándolo en la medida en que cumpla con sus promesas de cambio económico e inclusión social. Lo de Conga no los alegra. La derecha baila la conga.

Servindi-Lima 18.11.2011