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21 de junio de 2012

RÍO+20: ¿FRACASO ABSOLUTO? 



  Las reacciones al documento de cierre de la cumbre Río+20 son negativas en su conjunto, y califican a la declaración como un fracaso absoluto. Solo un par de iniciativas individuales dan lugar a la esperanza. La experta en desarrollo y medio ambiente de la Fundación Heinrich-Böll, Barbara Unmüßig, ya estuvo presente hace 20 años en la primera cumbre de las Naciones Unidas sobre sostenibilidad, que también se llevó a cabo en Río de Janeiro. 

En ese momento reinaba la euforia, recuerda la activista. “El conflicto Este-Oeste ya había pasado, y mucho países se habían dado cuenta de cuán urgentes eran los problemas del medio ambiente. Parecía que los dilemas acerca del cambio climático y la preservación de la capa de ozono podían solucionarse si solo había voluntad política”, dice Barbara Unmüßig. Así eran las cosas entonces. 

Y hoy, 20 años más tarde, los problemas que acosan a nuestro planeta son aún mayores, pero se prevé que la conferencia sobre sostenibilidad 2012 al pie del Pan de Azúcar concluirá solo con una declaración no vinculante acerca de la protección del medio ambiente y de la naturaleza, sin metas concretas ni plazos determinados. “Nadie está feliz con el acuerdo” Hasta a los políticos más experimentados les resulta difícil pintar de rosa algo que no lo es. “Nadie está feliz con el acuerdo”, admite la comisaria europea para la Acción Climática de la Unión Europea, Connie Hedegaard. 

El ministro alemán de Medio Ambiente, Peter Altmaier, director de la delegación alemana en Río, dice que al menos se ha podido evitar que la cumbre fracasara, con lo cual confirma que incluso eso hubiese sido posible. Cunden los rumores por los pasillos del centro de conferencias en Río. No fue sino hasta hace pocos días que los grandes países emergentes, como el anfitrión de Río+20, Brasil, o el de la cumbre del G20, México, confirmaron en Los Cabos que pondrán a disposición varios miles de millones en el fondo de crisis del Fondo Monetario Internacional (FMI), para ayudar a la eurozona. 

Y es por eso que ahora en Río –según se dice- esos países quedarán exentos de cumplir con condiciones demasiado severas. Algo difícil de comprobar. Sobre todo los activistas comprometidos con la protección del medio ambiente concuerdan en que no se puede continuar con las condiciones actuales de protección al ecosistema. En EE. UU. hace años que no se puede lograr una mayoría para que ese país participe en acuerdos multilaterales sobre cambio climático o protección de los mares. 

Detrás de esa inacción se ocultan también otros países importantes, como China e India, que solo aceptan pasar a medidas concretas si Washington también lo hace. Y en el medio está Europa, dispuesta a proteger al medio ambiente, pero debilitada por la crisis económica. Algo positivo: concepto medioambiental para megaciudades Solo unas pocas iniciativas individuales aportan algo de luz al oscuro panorama. Ocho bancos de desarrollo como, por ejemplo, el Banco Mundial y el Banco Europeo de Desarrollo, anunciaron durante la cumbre Río+20 que planean donar 175.000 millones de dólares en los próximos diez años para fomentar sistemas de tráfico acordes con el entorno de las megaciudades del hemisferio sur, allí donde las emisiones de CO2 aumentan con más velocidad. 

En total, las emisiones de gases invernadero se incrementaron en un 40 por ciento en todo el mundo en los últimos 20 años, es decir, desde que en Río se decidió nada menos que salvar el planeta. Algo que, a pesar de las desesperadas advertencias de los científicos, aún no se ha logrado. Volviendo a la deficiente declaración de propósitos de Río+20, Barbara Unmüßig se queja, sobre todo, de la falta de voluntad política. La experta reclama que “el documento carece absolutamente de visión y de una formulación política clara y deseable para el futuro. No se marca ninguna pauta para los próximos años, y ni siquiera se tratan en él los grandes temas en materia ecológica”. 

Terra Noticias -Lima 21.06.2012