Ensayo de Interpretación en Bagua
Entrevista por David Roca Basadre
Dina Ananco (wampís) e Isaac Paz (awajún): encargados de la difícil interpretación de textos jurídicos en castellano a sus respectivas lenguas y visión del mundo |
En la tradición awajún y wampís, el
momento de la muerte es controlado por un personaje llamado el Ságkuch,
de los que hay uno para los varones y otro para las mujeres. Su labor es
singular, pues inicia el tránsito con un acto sexual por medio de un
falo o una vagina de gran tamaño. Cuando los misioneros del Instituto
Lingüístico de Verano (ILV), elaboraron el diccionario
awajún-castellano, decidieron que Ságkuch era el equivalente más
conveniente para demonio, uno que viola a las personas como primer
castigo en la puerta del infierno.
De esas incomprensiones desmesuradas está
hecha la relación entre el Estado peruano criollo, más cercano al ILV,
heredero de los invasores europeos coloniales, y los pueblos indígenas.
Hasta el día de hoy.
Por eso, durante el juicio a los
indígenas en Bagua los jueces debieron retardar el proceso, porque la
intérprete wampís Dina Ananco Ahuananchi expresó la necesidad de que se
explicara a los encausados cada uno de los términos en que consistía la
acusación. Ocurre que la mayoría de los indígenas no entendía por qué
estaban siendo enjuiciados.
Isaac Paz Suikai, el intérprete awajún,
explica que ellos mismos no estaban preparados. “Nos convocaron de un
momento a otro para ir a traducir, no era fácil. Estábamos siendo
capacitados para la consulta previa, pero no para un juicio”, dice.
Una palabra como “motín”, por ejemplo,
carece de explicación en awajún o wampís. O “alevosía”, que no tiene
ningún sentido, porque no existe la idea de mayor o menor gravedad en un
delito. “Si robas, robas; y si matas, matas”, explica Isaac Paz.
Dina Ananco se vio obligada a traducir
“agravio al Estado” como “fastidio al Estado”, pero tampoco quedó claro
lo que “Estado” significa. Y lo de “Motín en agravio del Estado peruano”
tuvo que contextualizarlo en los acontecimientos del baguazopara que se entendiera algo.
No es práctica bloquear carreteras, poner
piedras, porque antes nunca hubo eso entre esos pueblos. Explica Isaac
Paz que “a nosotros nos educan diciendo: ‘hijo, no se camina en el
camino ajeno, se camina por nuestro camino que es como nuestra casa’,
pero había que protestar”. Y agrega que “antes no había formas de
manifestación, no había reclamo. Pero como se aprende en los medios que
los andinos obtienen cosas con esos reclamos, que en las ciudades
también lo hacen, protestan, hacen paros, huelgas, saliendo a la calle,
eso lo estamos aprendiendo, imitando”. Por eso fue que “los acusados
declararon que el bloqueo de la carretera no era delito, que era
reclamar por algo que veían injusto”.
Y es que eso fueron las movilizaciones de
hace cinco años: protestar contra lo que viene de fuera que es sentido
como invasión, trátese de colonos o de actividades extractivas.
“Las leyes, la Constitución, son obra de
otros, nos las han impuesto”, dice Isaac Paz. “Mis antepasados nunca han
tenido un espacio de participación para elaborar esas leyes. No es cosa
fácil entenderlas de un día para otro”, añade.
Proceso judicial en Bagua contra indígenas y mestizos |
Las leyes que no sirvieron
Otra expresión de difícil comprensión es
“cadena perpetua”. Cuando Isaac Paz y Dina Ananco explicaron que se
trataba de quedar encarcelado hasta morir, fue la desolación total. “La
gente se pregunta: ¿qué hemos hecho?, ¿por qué nos castigan? ¿Por qué
tenemos que recibir esto? Y entonces lo toman como un castigo
malintencionado y sin sentido. Porque dicen: ‘a mí me provocan, me
invaden, reacciono, me defiendo y el más grande me castiga encima’. Esa
es la percepción. Esto nunca se ha visto en los pueblos awajún y
wampís”, relata Paz.
“Contra Ecuador en los años 80 los awajún
y wampís fuimos los que defendimos la frontera. Nos hemos enfrentado
con los shuar que estaban armados por Ecuador. Siempre hemos participado
y somos parte de las fronteras vivas”, explica Paz, “y así tenemos que
defender nuestro territorio, nuestro espacio porque nuestra existencia
no depende de la economía sino de la naturaleza a la que no se explota
sino que se convive con ella, se intercambia, se depende de ella. Y
cuando un grupo político nos amenaza, nos invade tenemos que
defendernos, pero ya no en forma violenta sino por medio de las leyes
nacionales o internacionales que nos asisten. Se pensó que los
gobernantes nos harían caso con esos instrumentos, pero no fue así y eso
generó el problema. Y al final terminamos siendo culpables de algo que
no se entiende”.
Los tuvieron que capacitar en tres días
para entender los términos más importantes. Dice Dina Ananco que “desde
que revisamos el texto de la acusación fiscal descubrimos varios
términos que necesitábamos interpretar y pensar en wampís y awajún, pero
con el apoyo del fiscal, del juez, porque de lo contrario iba a dar mi
comprensión del término y no la del fiscal”.
Explica Ananco que “para evitar eso iba
preguntando, y la situación generó bastante fastidio en el juzgado
porque evidenció que no estábamos preparados y que el Poder Judicial –
lo que es cierto – no tiene especialistas para ejercer el rol de
intérpretes, no solo en Bagua, sino en diversas instancias donde juzgan a
indígenas”.
Dina Ananco continúa con su explicación y
dice que “hay cierto desconcierto con todo esto, porque no hay la
costumbre de llevar un juicio con intérpretes, oficialmente. Pero luego
que la noticia salió en los medios, se ha dado un mejor ambiente. El
juez consultó con nosotros, se siguió aceptando nuestras preguntas, y se
dijo a los abogados y fiscales que expliquen los términos usados”.
Las movilizaciones en Condorcanqui fueron sin armas de fuego, para protestar no para guerrear |
Ikmamu
Para el caso de las muertes un juez
awajún hubiera dicho que se trataba de ikmamu, que es la acción de
devolver el agravio de manera equivalente. “No es venganza”, explican
Isaac y Dina, “porque eso significaría resentimiento. El ikmamu existe
porque si a mí algo me afecta, es mejor que tú también sientas lo que me
afecta a mí, para estar a la par y que en el futuro nuestros hijos no
estén peleando”.
Dice Paz: “Los awajún y wampís siempre
van al origen de las cosas, a la causa de las cosas. ¿Cuál fue el
inicio? Un juez awajún hubiera juzgado a los que entraron, a los que
invadieron”.
Y agrega Ananco que “son dos visiones
diferentes, por eso esas incomprensiones. Un juez awajún o wampís
hubiera visto que los awajún y wampís no provocaron el conflicto, que
hubo muertos en ambos lados, y que entonces tiene que haber justicia en
ambos lados. Hubo policías muertos e indígenas muertos. Si a mí me
castigas, también castígate a ti.
La gente está de acuerdo en que haya
justicia para los policías muertos, pero que también la haya para los
indígenas y mestizos muertos. Pero como la discriminación es histórica,
entonces hay más sensibilidad por unos, y primero le haces justicia a
ellos y luego, de repente, a los otros”.
Dina Ananco durante el juicio, esforzándose en la interpretación |
Aprendizajes tardíos
“Nosotros no somos expertos en derecho”,
razona Dina Ananco, y reflexiona: “no creo que ningún experto haya
pensado los términos jurídicos en wampís y en awajún. Un trabajo
pendiente es elaborar un glosario de términos que tenga en cuenta cómo
entendemos nosotros el mundo. Habría que hacer uno para cada pueblo. Y
no estaría mal que los códigos se traduzcan”.
La buena noticia es que van a inaugurar
una dependencia de traductores judiciales para todas las lenguas en la
Oficina Nacional de Justicia, Paz y de Pueblos Indígenas (ONAJUP) del
Poder Judicial. Como dice Isaac Paz: “esto es un derecho, no es un
favor. Y es un comienzo, algo tarde, pero es un comienzo. Ojalá que
cuando se hable de presupuesto esto no cambie”.
Cuando uno sabe que hay traductores para
diversas lenguas europeas en el Poder Judicial, en contraste con esta
realidad que es atendida efectivamente tarde, no puede menos que
preguntarse sobre el país en el que se vive, los dirigentes que se
tiene, y la justicia que se hace.
Entrevista publicada en la revista "Hildebrandt en sus Trece, N° 210, del 11 de julio de 2014.