La semana pasada escribí sobre la posibilidad de que Máxima Acuña
Atalaya de Chaupe, la Dama de la Laguna Azul, pudiera perder el caso de
usurpación agravada trabado por la empresa minera Yanacocha sobre su
predio de cuatro hectáreas en la zona de Tragadero Grande, Sorochuco,
Cajamarca. Durante el transcurso de la mañana del martes 5 de agosto de
2014, el juez unipersonal de Celendín, Tomhy Padilla Mantilla, dictó
sentencia: dos años y ocho meses de prisión suspendida contra ella, su
esposo Jaime, su hija y su yerno (el fiscal había pedido tres años de
prisión efectiva); una indemnización de 5.500 soles a la empresa y la
orden de desalojo. La abogada de los Chaupe de inmediato interpuso
recurso de apelación: si el recurso se aprueba, el caso se verá en la
Corte Superior.
En las redes sociales muchas personas, de inmediato, se solidarizaron
con los Chaupe. Otros, por el contrario, los acusaron de vender su
terreno, luego invadirlo y mentir. Estas acusaciones son totalmente
falsas: los Chaupe nunca vendieron el terreno a la empresa minera
Yanacocha. Ellos compraron el terreno de 4 hectáreas en 1994 y tienen un
certificado de propiedad de este con todos los registros de ley. Pero
lo que se discute en este juicio no es si el terreno pertenece a los
Chaupe o a Yanacocha: se discute si ellos, que vivían en ese terreno, lo
usurparon por la fuerza a la empresa. Lo que se discute no es la
propiedad, es la posesión.
Para demostrar que habitaban el terreno, los Chaupe tienen un
documento sumamente importante para este proceso penal de usurpación: la
comunidad campesina e indígena de Sorochuco, afín a la empresa, les ha
otorgado un certificado de posesión de esa zona así como de formar parte
de esta como comuneros. Eso implica que los Chaupe, desde el año 1994,
ha vivido en la zona y, además, que son miembros de una comunidad
campesina e indígena.
Por otro lado, la empresa Yanacocha aduce que en el año 2001 compró
una serie de predios precisamente en la zona de la comunidad de
Sorochuco, conformados por 5.700 ha, dentro de las cuales se encontraría
este terreno. Pero, insisto, como lo que se discute en este juicio no
es la propiedad sino la posesión, la empresa tendría que demostrar que
es posesionaria de este. Y no ha podido demostrarlo. Lo que ha
demostrado es que es posesionaria de las 5.700 ha y que, en un terreno
tan grande, no puede haber posesión en cada espacio de este. Buen
argumento; sin embargo, hay un detalle importantísimo que, me imagino,
se verá en la segunda instancia: nunca se midieron las coordenadas del
terreno, no hubo peritaje propuesto.
Hay investigaciones de la Universidad Nacional de Cajamarca, hechas
sobre el terreno con mecanismos de medición georreferenciales, que
sostienen que ese terreno no forma parte de las 5.400 ha de la empresa.
Es decir, aunque se discuta la posesión y no la propiedad, si los Chaupe
vivían en otro terreno, no hay delito de por medio. Yanacocha, por su
parte, tendrá que probar lo contrario. Mientras tanto, Máxima sigue
luchando contra Goliat: será débil, será pobre, no tendrá armaduras,
pero puede lanzarle una dolorosísima pedrada en la frente.
Diario la República 12.08.14