CONGA Y LA PARADA, LO MISMO?
Ricardo Jiménez A.
Circula una nueva tesis
nacionalista por la cual en buenas cuentas se compara, como si fueran lo mismo,
el violentismo desestabilizador de los matones a sueldo de La Parada con la resistencia
del pueblo de Cajamarca a un proyecto trasnacional minero que hasta las
encuestas más dudosas reconocen que es mayoritariamente rechazado por los
afectados.
Ya antes se ensayó una
comparación similar que pretendía igualar, nada menos que con la Nueva Política
Económica (NEP) de Lenin, la renuncia del actual gobierno a impulsar cualquier
cambio de fondo, por los cuales se levantó como alternativa política significativa
y ganó las elecciones, para asumir el programa, el discurso, los cuadros
dirigentes y la agenda del continuismo neoliberal y autoritario de los últimos
20 años. Para tragarse semejante afirmación, es necesario saltarse groseramente
el hecho de que el retroceso de Lenin se debía a situaciones evidentes,
objetivas y graves, tales como una larga guerra de varios años contra 14
potencias mundiales, que había devastado la economía de Rusia (¿algo similar en
Perú?). Un aislamiento internacional, sin siquiera un país en el mundo que
apoyara el proyecto de Lenin (mientras hoy, es al revés, apenas Chile y
Colombia se mantienen a duras penas neoliberales y bajo los dictados del FMI,
mientras las economías más grandes de Suramérica: Brasil, Argentina y Venezuela
y la mayoría de sus países están en un proceso de soberanía, integración
regional y cambios a la justicia social). Por último, Lenin no contaba con los
cuadros, profesionales y técnicos para emprender los cambios comprometidos,
literalmente muertos en masa en la guerra, mientras el actual gobierno peruano,
todo lo contrario, para renunciar a lo comprometido, ha debido deshacerse de
todos ellos, quienes le habían escrito el programa de la Gran transformación y tienen
capacidad de sobra para avanzar a lo comprometido, que por otra parte era
mínimo y moderado, aunque necesario.
Ahora, alegremente, se pretende
comparar a todo un pueblo que legítimamente rechaza un proyecto trasnacional
contaminante con una banda de matones comprados y digitados por la Derecha Bruta y
Achorada (DBA), que no se resigna y no perdona a una Alcaldesa que fue elegida
contra su voluntad y que después no ha aceptado que ellos, los perdedores de la
elección, le impongan la agenda, el programa, los cuadros administrativos y el
discurso.
En Cajamarca se trata de todo un
pueblo que defiende su vida y la de sus hijos de la contaminación, mientras la DBA pide imponer el gran
negocio contaminante a sangre y fuego. Todo lo contrario, en La Parada es esta misma DBA la
que contrata lumpen para saquear a pequeños comerciantes, al tiempo que con sus
medios pretende generar infladamente pánico en toda la ciudad, con el objetivo
de hacer caer a la alcaldesa que no se les entrega en bandeja.
Cabe ahora preguntarse si estas
groseras tergiversaciones de la realidad son nada más que un error de análisis
o muestran una grave desorientación ética que lleva a quienes las sustentan por
la pendiente de la identificación de hecho con la derecha más bruta,
autoritaria, y anti popular. El “anti izquierdismo” con que aparecen asociados
estos análisis, que no tiene nada que envidiar al macartismo más trasnochado, y
que es una réplica exacta de lo que hasta hace poco más de un año esa misma DBA
les decía a ellos, es una campanada de alerta.
¿Serán conscientes de ello? ¿o ya realmente no les importa?
América Latina en Movimiento 29.10.2012