20 de diciembre de 2012

LOS CONFLICTOS MINEROS DEL AÑO



Salvo que ocurra uno de esos hechos inesperados que son habituales en nuestra política, este año cierra con un gobierno en mejor pie en relación a la situación que se vivía a fines del 2011, cuando estaba atrapado en el endurecimiento que expresaba el nombramiento de Óscar Valdés a la cabeza del premierato como respuesta a la crisis política generada por el proyecto Conga, que acabó con su salida en el mes de julio.

Lo interesante es que aunque el conflicto Conga no terminó de resolverse, el gobierno logró aislar la protesta antiminera al espacio regional, para lo que contó con la ayuda de los líderes cajamarquinos que no lograron generar un movimiento de mayor amplitud, así como con el agotamiento de la población movilizada, que una vez postergado el proyecto no ha vuelto a expresarse de manera masiva. Aunque eso no significa que el rechazo mayoritario al proyecto Conga y a la Minera Yanacocha ha dejado de mantenerse, pero de manera pasiva.

De otro lado, Espinar, el otro gran conflicto del primer semestre, se ha encaminado por la vía del diálogo bajo el liderazgo del Ministerio de Ambiente y la Municipalidad Provincial de Espinar, que coinciden en la necesidad de una mejor supervisión ambiental, más allá de algunas discrepancias en aspectos metodológicos, quedando claro que no hay un rechazo masivo a la actividad minera. Aunque sigue pendiente la renegociación del acuerdo marco entre Xstrata y la provincia de Espinar.

Pero lo que cambió la mirada sobre el mapa de conflictos en el 2012 fue el acuerdo que se logró en el caso del proyecto Quellaveco, que no llegó a la violencia gracias a la buena muñeca del presidente regional de Moquegua, que a través de una paciente negociación logró un acuerdo con la empresa Anglo American. Y aunque el gobierno nacional fue solamente un actor secundario, se vio beneficiado con el mismo, en un contexto que se le presentaba como desfavorable.

A pesar de que estos tres casos emblemáticos marcaron los hitos del conflicto minero y tuvieron tres salidas distintas, no parece existir en el gremio minero el optimismo de otros años. Las quejas dirigidas al gobierno, en público o en privado, aluden a un significativo retraso de los proyectos, no solo por los conflictos sino también por los diversos procedimientos y permisos que van a paso lento, a los que se suman las dos reformas más importantes hasta el momento del gobierno en esta materia, como son la consulta previa y la creación del SENACE.

Aunque siempre es difícil vaticinar qué conflictos son los que se activarán el próximo año, es probable que las tímidas críticas del gremio minero al gobierno tiendan a ser cada vez mayores. Recién ahí veremos cuánto del prudente reformismo liderado por el Ministerio del Ambiente llegue a convertirse en política pública. O si finalmente las tendencias más resistentes al cambio que habitan en el Ministerio de Energía y Minas terminan por imponerse.

Lo que sí preocupa es que, aunque el gobierno ha mostrado mejores modales en el trato a la protesta social en el segundo semestre del año, toda la normatividad que criminaliza la protesta sigue vigente y no hay ninguna intención de modificarla.

PD: Que tengan unas felices fiestas. Esta columna retornará el martes 8 de enero.

La Mula 19.12.2012