LOS CONFLICTOS MINEROS DEL AÑO
Salvo que ocurra uno de esos
hechos inesperados que son habituales en nuestra política, este año cierra con
un gobierno en mejor pie en relación a la situación que se vivía a fines del
2011, cuando estaba atrapado en el endurecimiento que expresaba el nombramiento
de Óscar Valdés a la cabeza del premierato como respuesta a la crisis política
generada por el proyecto Conga, que acabó con su salida en el mes de julio.
Lo interesante es que aunque el
conflicto Conga no terminó de resolverse, el gobierno logró aislar la protesta
antiminera al espacio regional, para lo que contó con la ayuda de los líderes
cajamarquinos que no lograron generar un movimiento de mayor amplitud, así como
con el agotamiento de la población movilizada, que una vez postergado el proyecto
no ha vuelto a expresarse de manera masiva. Aunque eso no significa que el
rechazo mayoritario al proyecto Conga y a la Minera Yanacocha
ha dejado de mantenerse, pero de manera pasiva.
De otro lado, Espinar, el otro
gran conflicto del primer semestre, se ha encaminado por la vía del diálogo
bajo el liderazgo del Ministerio de Ambiente y la Municipalidad Provincial
de Espinar, que coinciden en la necesidad de una mejor supervisión ambiental,
más allá de algunas discrepancias en aspectos metodológicos, quedando claro que
no hay un rechazo masivo a la actividad minera. Aunque sigue pendiente la
renegociación del acuerdo marco entre Xstrata y la provincia de Espinar.
Pero lo que cambió la mirada
sobre el mapa de conflictos en el 2012 fue el acuerdo que se logró en el caso
del proyecto Quellaveco, que no llegó a la violencia gracias a la buena muñeca
del presidente regional de Moquegua, que a través de una paciente negociación
logró un acuerdo con la empresa Anglo American. Y aunque el gobierno nacional
fue solamente un actor secundario, se vio beneficiado con el mismo, en un
contexto que se le presentaba como desfavorable.
A pesar de que estos tres casos
emblemáticos marcaron los hitos del conflicto minero y tuvieron tres salidas
distintas, no parece existir en el gremio minero el optimismo de otros años.
Las quejas dirigidas al gobierno, en público o en privado, aluden a un
significativo retraso de los proyectos, no solo por los conflictos sino también
por los diversos procedimientos y permisos que van a paso lento, a los que se
suman las dos reformas más importantes hasta el momento del gobierno en esta
materia, como son la consulta previa y la creación del SENACE.
Aunque siempre es difícil
vaticinar qué conflictos son los que se activarán el próximo año, es probable
que las tímidas críticas del gremio minero al gobierno tiendan a ser cada vez
mayores. Recién ahí veremos cuánto del prudente reformismo liderado por el
Ministerio del Ambiente llegue a convertirse en política pública. O si
finalmente las tendencias más resistentes al cambio que habitan en el
Ministerio de Energía y Minas terminan por imponerse.
Lo que sí preocupa es que, aunque
el gobierno ha mostrado mejores modales en el trato a la protesta social en el
segundo semestre del año, toda la normatividad que criminaliza la protesta
sigue vigente y no hay ninguna intención de modificarla.
PD: Que tengan unas felices
fiestas. Esta columna retornará el martes 8 de enero.
La Mula 19.12.2012