4 de diciembre de 2006

Crónica de un reglaje al ‘Diablo’
¿QUIÉN ESPÍA AL PADRE MARCO ARANA? • La captura de un agente de seguridad privada en la ciudad de Cajamarca ha permitido destapar un vasto operativo de espionaje contra el movimiento popular en defensa de los derechos ambientales que lidera el sacerdote Marco Antonio Arana Zegarra.
Por: Edmundo Cruz.
Martes 14 de noviembre, 8:30 horas. El sacerdote Marco Arana había concluido la cotidiana visita a su señora madre Alcina Zegarra. Y apenas asomó a la puerta del inmueble del jirón Cinco Esquinas 944 de la capital cajamarquina observó que el lente de una cámara de video lo apuntaba ostensiblemente desde la vereda del frente.
La filmadora Sony-Handycan la empuñaba Miguel Ángel Saldaña Medina, un joven agente de seguridad de 22 años especialmente llevado desde Lima para que realizara este tipo de seguimiento.
Visiblemente molesto, el sacerdote corrió a intervenir al advenedizo camarógrafo. Pero, éste logró escabullirse y fugó en un auto que al parecer lo aguardaba. No llegó muy lejos. A la altura de la calle Mario Urteaga, su perseguidor y el personal del Serenazgo que se le sumó prendieron a Miguel Saldaña y lo llevaron a la comisaría.
La Policía se animó a investigarlo solo después que Marco Arana realizara una gestión telefónica ante el viceministro del Interior, Dardo López. El fiscal Fernando Hoyos Portal no tardó en apersonarse al lugar.

A las 10:30 horas ambas autoridades procedieron a revisar a Saldaña. En su cámara de video encontraron una secuencia fílmica de los últimos movimientos del religioso y del personal de la ONG Grufides.
En otras vistas se veían oficinas equipadas con computadoras, cámaras fotográficas y de video, y algo aun más curioso: colgaban de las paredes galerías de fotografías con los rostros de los miembros de Grufides y otros activistas ambientales, cada uno identificado con su nombre y un alias. Se lee el mote de “El Diablo” asignado al padre Marco Arana. “El Barbón” o “El Mongol” al R.P. Francisco Centurión y “El Pelado” al R.P. Segundo Alarcón. La propia ONG tenía endilgado un seudónimo: “Infierno”.
Miguel Saldaña llevaba además dos celulares, 13 tarjetas telefónicas de 20 y 30 soles, una tarjeta de propiedad de la moto de placa MBI-942 y un brevete, más un juego de seis llaves.


Cuatro de estas últimas correspondían al inmueble del jirón Revilla Pérez Nº 500, que el intervenido declaró como su domicilio en Cajamarca. Su registro resultó una sorpresa. Se trata de un edificio de seis pisos: los dos primeros equipados con cabinas internet; los intermedios con mobiliario para nueve personas. Más un sexto piso con cámaras para filmar la sede de Grufides, situada a una cuadra de distancia. Los propios agentes llaman a este piso: “El palomar”.
El mismo Saldaña confesó que fue contratado por C & G Investigaciones, una empresa de seguridad ubicada en Los Olivos, Lima. La República se apersonó pero no fuimos atendidos. Horas después nos llamó uno de sus promotores el capitán PNP (r) César Cáceres Garrido. Admitió que habían tomado los servicios de Saldaña para seguir y filmar al padre Arana. Todo esto por encargo de un medio de comunicación cuyo nombre no reveló. A Saldaña le incautaron un recibo de 1,000 dólares pagados por César Cáceres a Marco Olguín Tadeo, “por orden de Aldo Schwarz Cossu, gerente de operaciones de Forza S.A.”, que da seguridad a Minera Yanacocha. Estas dos han negado cualquier tipo de relación.
Diario La República-Suplemento Especial