DEPARTAMENTOS MINEROS LIDERAN
TASA DE POBREZA Y DESNUTRICIÓN INFANTIL
Los departamentos mineros que
ocupan los primeros lugares de las inversiones como Cajamarca, Huancavelica y Apurímac,
son los departamentos más pobres y con mayor desnutrición infantil, según
advierte un estudio de CooperAcción.
El Ministerio de energía y Minas,
a través de su Boletín Estadístico de Minería, informó que la inversión minera
sumó un total de US$ 4,329 millones entre enero y julio del 2012. Dicha
inversión se viene incrementando en los últimos años.
Contrariamente a lo que algunos
anuncian como la disminución de la inversión por los conflictos sociales, como
el de Conga, el panorama se aclara: la inversión minera continúa creciendo. En
el 2010, la minería aportó el 5,25 del PBI nacional, a diciembre del 2011
representa 24% de la inversión extranjero y el 60% de las exportaciones, en el
2011 su participación respecto al total de tributos es de 17,5%, y si nos
focalizamos en el Impuesto a la
Renta, fue de 33,3%.
El total de trabajadores ocupados
en minería, tanto de los titulares mineros, como contratistas, representa
aproximadamente el 1% de la Población Económicamente Activa (PEA) nacional.
“Algunos ven la promoción de la
minería responsable como un «atajo» para obtener recursos a fin de alcanzar las
inversiones necesarias para invertir en Educación e infraestructura, y por lo
tanto «romper el círculo vicioso»”, dice Calisto.
MINERÍA Y POBREZA
Sin embargo, el economista señala
que hay más de un indicio de que la minería no ha resultado ser beneficiosa
para impulsar el desarrollo en los departamentos con mayor presencia de esta
actividad como Cajamarca, Ancash, Junín.
Según el documento «Desnutrición
crónica infantil cero en 2016» las regiones mineras encabezan ranking de
desnutrición crónica infantil en el Perú, siendo las regiones con tasas de
mayor nivel de desnutrición crónica infantil: Huancavelica (46,4%), Cajamarca
(29,9%), Huánuco (28,8%), Apurímac (31,3 %) y Ayacucho (28,1 %). Huancavelica
tiene casi el 50% de su territorio concesionado a la minería (40.34%) y es uno
de los departamentos con la tasa de pobreza más alta con el 77.2%y donde la
cobertura al seguro de salud, según el INEI, no alcanza ni a la mitad de la
población (47.6%).
Le sigue Cajamarca con el 44.37%
de su territorio concesionado y donde aún el 17,1% de su población es
analfabeta y sólo el 36,7% de las viviendas está conectado a una red pública de
agua dentro de la vivienda. El 36.1% de Ancash está concesionado, tiene una
tasa de analfabetismo del 17,9%.
En Apurímac, que tiene el 54.44%
de su territorio concesionado, el 70.3% de la población es pobre. Ayacucho
tiene el 16,8% de su población sin ningún nivel educativo y la tasa de
analfabetismo es de 17,9%, el porcentaje del territorio concesionado alcanza el
26.2%
“El argumento más usado para justificar
esta realidad es la ineficiencia de los gobiernos locales. Sin embargo, hasta
el 31 de octubre de este año, el gobierno nacional ejecutó sólo el 66.9%, los
gobiernos locales, el 56.1% y los gobiernos regionales, el 66.7%. Al 26 de
octubre de este año el Ministerio de la Producción ha ejecutado el 52.97% de su
presupuesto, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo el 63.71%.
El Ministerio del Interior espera
para fin de año ejecutar tan solo el 55% del presupuesto de inversión. Vemos
entonces que la ineficiencia es un problema nacional, y que empieza por el
gobierno central”, agrega Calisto.
Reformas pendientes
Y dado que el debate en torno a
las industrias extractivas se suele dar alrededor de indicadores económicos, es
necesario considerar los costos que ocasionan las actividades mineras en el
ambiente. En el estudio de Herrera y Millones (2011), se calculó el costo
económico de la contaminación ambiental minera sobre los recursos hídricos, que
reporta US$ 814,7 millones en el 2008, y US$448,8 millones en el 2009.
“El Estado debe encarar las
reformas pendientes en políticas públicas, que permitan un control eficiente
sobre las actividades extractivas, de modo que se proteja el ambiente y se vele
por la calidad de vida de las personas. Los gobiernos regionales y locales, por
su parte, deben de gestionar sus recursos, promoviendo el desarrollo con una
estrategia integral, que aborde Educación –básica y superior–, desarrollo
productivo, salud y ejercicio de derechos”, dice Calisto.
Si vemos el porcentaje de
población que emplea la minería, este nos remite a un 1% de la PEA. Y por otro lado, no ha
demostrado promover el desarrollo humano en los departamentos donde opera –los
resultados indican lo contrario–, y no suele considerar el costo económico de
la contaminación ambiental, que no es nada despreciable.
La Primera-Lima 07.11.2012