Por Miguel Ángel Pérez Caruajulca. Cajamarquino de corazón. Estudiante de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Miembro de la Comisión de Contenido de la Asociación Civil THĒMIS.
Domingo 5 de Octubre, día de elecciones regionales y municipales en el Perú. Luego de una intensa campaña electoral en nuestro país, llega el día definitivo en el cual se decide el rumbo de las ciudades y regiones en el país. Llegada la tarde, se muestran los primeros flashes electorales. Consternación en el Perú. En Lima, es elegido como virtual alcalde, con cerca del 50% de votos, Luis Castañeda Lossio; en la región de la Libertad, con el 50%, César Acuña; en Ancash, Waldo Ríos con un 27.4% ;y en la Región Cajamarca, Gregorio Santos Guerrero es reelecto con un devastador 49%.
De todos los candidatos ganadores en esta contienda electoral, es este último el que más consternación, rechazo y preocupación viene causando, no solo en parte de la población de Cajamarca, sino en el país entero. Y es que, muchos se preguntarán: ¿por qué Gregorio Santos fue reelecto en Cajamarca? ¿Por qué volver a elegir a una persona que está en Piedras Gordas bajo prisión preventiva por presunto delitos de corrupción? ¿Cómo es que se puede optar por un anti-progresista y enemigo de las inversiones mineras?
Seguramente ya muchas respuestas se han dado y se vienen dando ahora mismo por diversos medios, como las redes sociales y la prensa. No obstante, quiero a través de este medio, postular algunas posibles respuestas al interrogante principal que sirve de título a este escrito. Y es que, noto que hay muchos aspectos que no se están teniendo en cuenta para analizar esta situación en su real dimensión. Considero que, a pesar de eso, la situación se puede explicar básicamente alrededor de dos discursos ya popularizados en Cajamarca: el “¡Conga no va!” y el “Discurso del Agua”
¡Conga no va!
“¡Conga no va!” ha sido el grito generalizado por gran parte de la población cajamarquina en estos últimos años. Tanto parte de la población de la ciudad, como gran parte de la población rural se unieron para combatir y hacer retroceder al millonario Proyecto Minero Conga de Yanacocha. El malestar social reinante en Cajamarca respecto a una minería que, se dice, ha contaminado la tierra, el agua y el ambiente y la cual más que traer progreso, trajo retraso, pobreza, delincuencia y corrupción; tuvo su punto más álgido en el 2012.
Es en esta etapa en la que- considero- que Gregorio Santos aseguró su posterior candidatura y reelección. Para ser exactos, el día en que el popular Goyo se puso en frente del conflicto socioambiental, fue que se metió al pueblo cajamarquino en el bolsillo. Y es que, como ya se ha dicho, en Cajamarca “era la primera vez que un Presidente Regional en funciones asumía el liderazgo de una protesta de tal magnitud”[1]. Hasta ese momento, en el cual aún no había luces de la corrupción que posteriormente su gobierno significaría, la población cajamarquina se sintió identificada con este héroe popular que se ponía en defensa del agua. El respaldo fue increíble.
No paso mucho tiempo para que los principales actores de la defensa del medioambiente se aliaran y tengan en Santos a su personaje principal. Desde ese entonces, se convirtió en el ícono de la defensa del agua y del rechazo al proyecto minero Conga. Ni tontos, ni perezosos, Goyo y su entorno comprendieron el poder que habían recibido del respaldo popular. No dudaron en politizar el asunto y con ello en expandir las bases del Movimiento de Afirmación Social (MAS) y ubicarse en todo el Perú. Llegando a proponerse hasta un: ¡Goyo Presidente!
Es sabido ya que el poder endulza y marea al que lo posee, le hace ambicionar más y más. Y Goyito no fue la excepción. No tendría que pasar mucho tiempo para que la población de la ciudad de Cajamarca se diera cuenta de la incompetencia de su presidente regional y de las maniobras de corrupción que ya se avizoraban. El afán desmedido de Santos por popularizarse más y ganar terreno en la política nacional, el desatender sus funciones en la región y la red de corrupción que alrededor suyo se venía tejiendo, terminaron por desvirtuar, en la ciudad, al otrora líder de la defensa medioambiental.
Sin embargo, no sucedió lo mismo con la población rural. Aquella población que a través del tiempo no ha sido considerada, ni tomada en cuenta por los gobernantes, aquella población sin voz ni voto en el desarrollo regional, aquella población con escasez de educación y recursos. Aquella población que por primera vez era considerada y tomada en cuenta por un gobernante, la cual sintió que tenía voz y ahora también voto para decir su futuro y el de la región. Aquella población fue escuchada por Gregorio Santos y es esta población la que nunca le abandonó, hasta el día de hoy.
El discurso del agua: ¡El Agua no se vende, el agua se defiende!
Como es sabido, el día 25 de Junio del presente año, el Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional sentenció con 14 meses de prisión preventiva a “Goyito”, por los presuntos delitos de asociación ilícita para delinquir, cohecho y colusión agravada contra el Estado. Este hecho fue demasiado importante, ya que se constituyó en un arma de doble filo, que bien hundiría a Santos y lo haría desaparecer del entorno político; o bien lo catapultaría nuevamente como un líder popular, como un mártir de la lucha ambiental. Como ya vimos, fue esto último lo que sucedió.
La prensa nacional contribuyó para esto último también. La pantalla que brindó a la encarcelación de Santos sirvió más que para causar rechazo al Presidente Regional, para fortalecer su imagen como víctima del Poder Central y empresarial. Es que, cómo podía el pueblo cajamarquino creer ahora ya en la prensa nacional, esa misma prensa que tergiversaba la información del conflicto minero en Cajamarca, esa prensa que opinaba y sentenciaba sin conocer la realidad cajamarquina y la esencia del problema ambiental.
La voltereta en el discurso del presidente Humala, antes protector del agua, la corrupción misma dentro del Poder Judicial y la desconfianza en el poderío económico de las grandes empresas mineras, contribuyeron también a hacer de Gregorio Santos una víctima nacional, o al menos, una víctima y mártir para ese núcleo duro que siempre lo apoyó y que ahora lo ha llevado a la reelección.
Si bien la presunta red de corrupción tejida en torno al gobierno regional de Cajamarca, y de la cual Gregorio Santos sería líder, no ha sido probada totalmente, existen contundentes pruebas que avalarían el accionar malicioso de este personaje y su entorno. No obstante, esto ha quedado en segundo plano. El discurso central es la protección del agua, discurso del cual Santos y su entorno han sabido valerse muy bien. Si alguien grita: ¡Corrupción!, otro responde más enfáticamente: ¡No, defensa del agua! Si alguien dice: ¡No a la corrupción!, otro responde: ¡Conga no va!, otro además dirá: ¡Con Goyo o sin Goyo, Conga no va! Y no falta quien ha hecho suyo el: “¡Roba, pero defiende el agua!”.
Es por ello que el pueblo cajamarquino, en esencia el voto rural, se ha cegado y no ha visto más allá del discurso de la defensa del agua. No se ha detenido en pensar en el aprovechamiento que se le ha dado al conflicto socioambiental para fines politiqueros y hasta delincuenciales. Ahora con la reelección de Santos, todos, o al menos un gran porcentaje de la población de la ciudad, está buscando culpables, gente a quien dilapidar.
Lo cierto es que aquí no hay un solo culpable. El descontento causado en la sociedad cajamarquina por una minera que no supo entablar relaciones adecuadamente con la población y su entorno; gobernantes (nacionales y locales) que desatendieron los problemas sociales y ambientales de la región; un conflicto social permanente en el tiempo que explotó en el 2012 y que aún sigue latente; son circunstancias que, sumadas a la argucia de un personaje para constituirse en un (seudo)líder del movimiento ambiental, a una prensa nacional con poca credibilidad que puede convertir en mártir a un delincuente, una población vulnerable que encontró alguien en quien confiar, y, es más, hasta personas con falta de compromiso con su región, han generado lo que tenemos ahora: la reelección de un personaje que seguramente será condenado por corrupción.
Ahora bien, no podemos tan solo agarrárnosla con los votantes que, para bien o para mal, hicieron posible dicha reelección, sin antes tomar en cuenta todos los factores ya descritos. Como bien se ha dicho, en vez de tan solo despreciar al electorado peruano, cajamarquino en este caso, sería mejor pensar, estudiar y analizar por qué la gente vota como vota[2], y al hacer ese estudio no se pueden dejar de considerar las cuestiones que aquí se han mencionado. No podemos simplemente lanzar la piedra, sin antes vernos y analizarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Una división de la población ahora, sería desastrosa.
El panorama para el Perú y, específicamente, para Cajamarca no es nada alentador. Los últimos años han sido duros, no solo económicamente hablando. La división social generada por estos temas no contribuye, ni contribuirá para el desarrollo de una región. Debemos ahora apuntar a la unión como región, como cajamarquinos, como peruanos. Estar atentos y vigilantes del gobierno que mayoritariamente se ha elegido, ese es nuestro deber. Demostremos que ya aprendimos la lección. De nosotros depende mantenernos estancados o migrar hacia el progreso. Cajamarca está en nuestras manos, no la dejemos caer.
[1] http://puntoedu.pucp.edu.pe/opinion/elecciones-cajamarca-nuevo-escenario-conflicto-minero/
[2] http://www.larepublica.pe/columnistas/aproximaciones/elecciones-y-t