11 de enero de 2008

EL PROBLEMA NO ES EL PERRO SINO EL HORTELANO

Edmundo Cruz, periodista

No es que el perro no coma ni deje comer. En realidad, el banquete no es nada despreciable y los invitados, como buenos comensales, están dispuestos a pagar bien por la tarjeta de entrada. El desesperado es el hortelano.
El presidente Alan García, muy persuasivo, intenta vendernos esta disyuntiva: aprovechamos la excepcional coyuntura del mercado internacional y capturamos la inversión extranjera ahora, a como dé lugar, antes de que los perros la desalienten; o tendremos que resignarnos a otra oportunidad perdida. Incisivo el planteamiento, pero qué dicen los hechos. Entre 1997 y el 2005, la inversión extranjera en minería se multiplicó por 4 en América Latina. En el Perú, por 20. ¿Por qué? Contratos de estabilidad jurídica y tributaria como los que ofrece el generoso Gobierno de Lima, ¡ni en la China! Aparte del alza meteórica de los precios internacionales del cobre y el oro que tiene para dos o tres años más por lo menos, según los entendidos. La mesa es atractiva. Los inversionistas no se han ido ni se irán fácilmente.
Alan García argumenta que el país solo explota la décima parte de sus reservas mineras. Y agrega que la confrontación minería contra medio ambiente es "un tema del siglo pasado". Veamos lo que dice el monitoreo de la Defensoría del Pueblo: más del 50 por ciento de los conflictos sociales en e1 2007 han sido de tipo ambiental. Y, si no recordamos mal, el sacerdote Marco Arana y los líderes ambientalistas de Cajamarca fueron espiados y amenazados por la empresa de seguridad Forza al servicio de Minera Yanacocha, no el siglo pasado sino a fines del año pasado. La filial de la brasileña Vae Do Rio Doce contrató delincuentes procesados por narcotráfico y homicidio para forzar la licencia social de las comunidades del valle Condebamba a favor de su proyecto minero, al sur de Cajamarca. La prensa publicó incluso el número de los correspondientes expedientes judiciales y las fechas de las consiguientes audiencias. Ocurrió a comienzos del presente año. Así no es. El mandatario periodista insiste: "En la actualidad, las minas conviven con las ciudades sin que existan problemas, y en todo caso -promete el Presidente de la República-eso depende de lo estricto que sea el Estado en la exigencia tecnológica a las empresas mineras y en negociar mayor participación económica y laboral para los departamentos donde estén las minas". Propietario del recurso pudo quedarse con unos 1.309 millones de dólares. Pero el pragmático negociador optó por el "pase de sombrero" (óbolo voluntario) de 500 millones de soles, equivalente a unos 130 millones de dólares. Atractiva la diferencia, ¿no? En el afán de fundamentar su propuesta, el presidente García recurre a los ejemplos. "Cuando voy a la ciudad de no -reflexiona- y veo su desarrollo urbano, que es el más avanzado del Perú, sé que es producto de la minería y de la pesquería ... ", concluye. La modernidad de no, señor Presidente, y el aire menos contaminado que hoy respira su población, no es un obsequio de la Southern. La historia de más de veinte años de luchas sostenidas de la sociedad civil sobre la empresa en no muestra un paradigma distinto. Las 250 arterias asfaltadas sobre las calles polvorientas de ayer y sus viviendas ahora levantadas sobre material noble en una proporción de más del 90 por ciento son el fruto de programas de carácter municipal, al igual que la proliferación de áreas verdes extendidas por programas vecinales de reforestación. Los parques industriales y los sistemas de reciclaje del agua doméstica y de la basura, así como los rellenos sanitarios, todas estas realizaciones urbanísticas que despiertan su admiración, fueron el resultado de gestiones firmes y organizadas de la ciudadanía y de los gobiernos locales de no. No fueron iniciativas de Southern. En 1987, Ilo emitía a diario 1.912 toneladas de dióxido de sulfuro, producía 119 mil toneladas métricas de desechos tóxicos y descargaba al mar 2.100 toneladas de escorias. Frente a realidades como esa se dictaron normas ambientales y se concibieron los Programas de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA) Los PAMA empezaron a aplicarse precisamente en no, allá por 1992, no a pedido de la Southern, sino después de que la empresa fuera sentada ante el Tribunal Internacional del Agua de Ámsterdam. Allí reconoció y se comprometió a estudiar junto con el Estado peruano medidas para contrarrestar los efectos dañinos de los relaves y los humos de su fundición. Cierto: la inversión extranjera es necesaria y la oportunidad para atraerla, excepcional. Pero el presidente Alan García se muestra obstinado en conquistarla y retenerla a cualquier precio. En ese camino saca a relucir un pragmatismo a ultranza y una generosidad extrema, que puede tener un alto costo social. En su primer Gobierno se enfrentó al Fondo Monetario Internacional y a la banca, y no le fue bien. La experiencia dejó un efecto traumático del que parece prisionero.
Revista Ideele Nº 184 - 2007