14 de noviembre de 2007

EL VALOR DEL TRABAJO Y LA IDEOLOGÍA DEL HORTELANO


Javier Barreda Jara


Es saludable que el artículo del presidente Alan García (El Comercio, 28 de octubre del 2007) haya traído variados comentarios. Desde analistas que han destacado lo referido a la necesidad de la gran inversión para dar valor al potencial recurso humano y natural que tenemos; hasta la “izquierda del siglo XIX” que critica que Alan García apueste por la gran inversión en ámbitos, y hay que ser muy hortelano para no admitirlo, donde la pequeña posesión (parcelada y desarticulada y en otros casos informal como en la minería) no ha generado el impulso productivo y competitivo de creación de riqueza, sustancial para luego distribuir socialmente. El mismo Haya de la Torre decía que era fundamental crear riqueza antes que distribuir pobreza.

La gran inversión no es incompatible con la equidad y bienestar en las sociedades democráticas y prósperas, que son paradigmas sociales a muchos analistas nativos de la ideología hortelana. Para los abanderados de esta ideología, esa inversión es la causa de todos los males ambientales y sociales acá. Sin embargo, los críticos no señalan (o no han leído bien) que en el mismo artículo, Alan García se hace referencia a que depende del Estado (no del libre mercado) “la exigencia tecnológica a las empresas mineras y en negociar mayor participación económica y laboral para los departamentos donde estén las minas”.

Otro tema no destacado es lo referido a los derechos básicos de millones de trabajadores de la informalidad. Alan García propone incorporar a la economía y la legalidad (formalizar) a los más de siete millones trabajadores de la microempresa (unidades de 2 a 9 ocupados). Estos peruanos requieren que su trabajo “sea puesto en valor” por medio el acceso inicial a un seguro medico, un fondo pensionario y una jornada de ocho horas, ya que por productividad –en la mayoría de las casi 2.5 millones microempresas– no se puede acceder inmediatamente a los derechos laborales correspondientes a la mediana y gran empresa. Ambitos donde el Ministerio de Trabajo ha desarrollado una acción inspectiva y promocional importante de derechos laborales.

A estos millones de peruanos los ignoran los más mediáticos voceros sindicales y plantean demandas distribucionistas, adecuadas en algunos casos, pero insuficientes para generar mayor productividad e incorporar, integrar y generar valor en millones de desempleados, subempleados y pobres del país. Pero desde otra vereda, algunos plantean revoluciones legislativas barnizadas de “nuevo emprendurismo” que ignoran esta realidad laboral y empresarial de peruanos que sostienen socialmente al país. Una propuesta de acceso progresivo a derechos laborales, sociales y empresariales es una alternativa no sólo de reconocimiento a estos sectores emergentes, populares y migrantes que hacen mercado, conviviendo con la gran inversión, sino además es un desafío a cumplir para preparar al Perú internamente ante los desafíos que nos demanda la economía global.

Diario El Correo - Lima 14/11/2007