¿MAJADERÍA?
Los resultados de la última encuesta de Apoyo nos revelaron que la población peruana acepta, en gran mayoría, el respaldo del sector privado al gobierno en temas como seguridad ciudadana, educación, salud y mejora de la justicia. Si bien deberían ser alentadores estos resultados, lamentablemente no lo son cuando vemos lo que ha ocurrido con el proyecto Río Blanco de la Minera Majaz. Es un absurdo mayúsculo producto de la ignorancia (no es un insulto, es sólo ignorar algo) de miles de peruanos que, manipulados por ONG ambientalistas al extremo (tal vez algunas están vinculadas a otros intereses económicos que no quieren competencia), han apoyado una consulta popular de los pobladores de esa zona. Son más de 39 poblados de comunidades campesinas cercanas a nuestra frontera con el Ecuador, las que enfrentan un horizonte sin oportunidades y sin ilusiones, y no hay derecho a que unos trasnochados eviten que esa gente de Piura reciba los beneficios de casi US$14.7 millones anuales de regalías mineras y de un canon de hasta US$27 millones, independientemente de los US$1,440 millones de inversión directa, 5,000 puestos en el proceso de construcción y unos 1,200 puestos en la operación de la mina. Queremos y apoyamos a la minería moderna, que compatibiliza la explotación con la protección del medio ambiente, por eso le pido al gobierno que desarrolle un esfuerzo especial en explicar los beneficios que tendrá para la región y el país este proyecto, a través de una adecuada comunicación que invite al consenso. ¿Ustedes se imaginan lo que sería un país donde toda iniciativa pudiese ser bloqueada por una consulta popular que es producto de la desinformación? Qué locura, ¿no?
Otra majadería es acusar a Telefónica de haber originado el “colapso” del servicio telefónico por no tener planes de contingencia para catástrofes o capacidad ociosa. ¿Cómo alguien sensato puede sostener una tesis tan absurda? Hoy sabemos que hubo 41 millones de intentos de llamadas hasta las 12 de la noche –es la demanda normal multiplicada por cuatro y casi cinco millones de intentos de llamadas desde fijos a móviles, tres veces más de lo normal. Pasó aquí como en el mundo: la demanda se multiplicó por 10 y sólo el 5% pudo comunicarse el fatídico 11 de setiembre (2001), tres millones de líneas quedaron fuera de combate por el huracán Katrina (2005) y los londinenses tuvieron que pasar un día completo sin servicio luego del ataque con bombas (2005). Lo que ocurrió en realidad es que el gobierno no tuvo información de lo ocurrido por no tener sistemas de comunicaciones para emergencias. No hostilicemos a quienes no tienen la culpa, dediquémonos más bien a que no se nos diluya el ánimo para seguir apoyando la reconstrucción del sur. Hasta la próxima.
Diario El Correo – Lima 19/09/2007
LA INFORMALIDAD CONTAMINA!
Ha hecho bien el presidente García, al tomar la posta de la Presidencia de APEC, en recordar que el foco de atención del foro debe ser la liberalización y facilitación del comercio y la inversión, y el fortalecimiento de capacidades. No obstante, no podemos pasar por alto que uno de los temas más discutidos en la reciente reunión en Australia fue el del cambio climático. Lo que parecerían dos temas alternativos de agenda en realidad es uno solo, por los vasos comunicantes que los unen. Enfocado desde un punto de vista macro, es correcto que el calentamiento global debe ser entendido como un tema de nuestra civilización en su conjunto, pero si lo vemos desde un punto de vista micro, de comercio diario, de acceso a mercados, de exportaciones, comprenderemos que la contaminación puede rápidamente convertirse en un impedimento para el desarrollo del comercio y la inversión. Ni el mercado europeo, ni el americano –por ahora están hoy día dispuestos a comprar productos peruanos (textiles, agroindustriales, manufactureros, forestales, etc.) que en su proceso productivo contaminen. Todas las empresas serias y formales que exportamos a estos mercados cumplimos protocolos medioambientales y tenemos certificaciones nacionales e internacionales al respecto. Pero llega un momento en que “ningún rollo de fotos es mejor que la cámara en que está puesto”. Ninguna empresa será mejor que el país en que opera. La contaminación de aguas, aire, campos, ciudades, etc. por parte de los informales está llegando a tal magnitud que si queremos contribuir con detener el calentamiento global, y si queremos mantener abiertos nuestros principales mercados de exportación en el largo plazo, debemos hacer algo serio, real, concreto y eficaz con respecto a la informalidad. En el transporte urbano no hay que ser ingeniero para ver el grado de contaminación de toda la chatarra mortal que circula en nuestras ciudades. En el comercio, basta ver el destino de todo el aceite de motor de los talleres informales, o los botaderos ilegales de basura (residuos sólidos, como le dicen) que prosperan en todas las ciudades chicas o grandes. ¿Y la minería? Ya sea en Tambogrande (ojalá que no en Majaz en el futuro) o en los lavaderos de oro de Madre de Dios son los informales y no las grandes empresas los que contaminan. Y las radios manejadas por curas (pero que no son “la voz del Vaticano”), ¿qué dicen? Y algunas ONG, tan preocupadas por las aguas limpias de la gran minería moderna, como en Quilish, ¿qué dicen? ¿Quién controla la cantidad y calidad (¡horror de horrores si se supiese la verdad!) de los agroquímicos, clorados, fosfatados, pesticidas y fungicidas que se usan en la agricultura informal, contaminando productos de consumo, suelos y aguas? Los peruanos –con gran potencial de crecimiento en turismo, minería, agroindustria, petroquímica, forestales y acuicultura– debemos darnos cuenta de que la informalidad contamina, y una forma de contribuir con el medio ambiente y hacer sustentable nuestro crecimiento es combatiéndola frontalmente.
Diario El Correo – Lima 19/09/2007
Los resultados de la última encuesta de Apoyo nos revelaron que la población peruana acepta, en gran mayoría, el respaldo del sector privado al gobierno en temas como seguridad ciudadana, educación, salud y mejora de la justicia. Si bien deberían ser alentadores estos resultados, lamentablemente no lo son cuando vemos lo que ha ocurrido con el proyecto Río Blanco de la Minera Majaz. Es un absurdo mayúsculo producto de la ignorancia (no es un insulto, es sólo ignorar algo) de miles de peruanos que, manipulados por ONG ambientalistas al extremo (tal vez algunas están vinculadas a otros intereses económicos que no quieren competencia), han apoyado una consulta popular de los pobladores de esa zona. Son más de 39 poblados de comunidades campesinas cercanas a nuestra frontera con el Ecuador, las que enfrentan un horizonte sin oportunidades y sin ilusiones, y no hay derecho a que unos trasnochados eviten que esa gente de Piura reciba los beneficios de casi US$14.7 millones anuales de regalías mineras y de un canon de hasta US$27 millones, independientemente de los US$1,440 millones de inversión directa, 5,000 puestos en el proceso de construcción y unos 1,200 puestos en la operación de la mina. Queremos y apoyamos a la minería moderna, que compatibiliza la explotación con la protección del medio ambiente, por eso le pido al gobierno que desarrolle un esfuerzo especial en explicar los beneficios que tendrá para la región y el país este proyecto, a través de una adecuada comunicación que invite al consenso. ¿Ustedes se imaginan lo que sería un país donde toda iniciativa pudiese ser bloqueada por una consulta popular que es producto de la desinformación? Qué locura, ¿no?
Otra majadería es acusar a Telefónica de haber originado el “colapso” del servicio telefónico por no tener planes de contingencia para catástrofes o capacidad ociosa. ¿Cómo alguien sensato puede sostener una tesis tan absurda? Hoy sabemos que hubo 41 millones de intentos de llamadas hasta las 12 de la noche –es la demanda normal multiplicada por cuatro y casi cinco millones de intentos de llamadas desde fijos a móviles, tres veces más de lo normal. Pasó aquí como en el mundo: la demanda se multiplicó por 10 y sólo el 5% pudo comunicarse el fatídico 11 de setiembre (2001), tres millones de líneas quedaron fuera de combate por el huracán Katrina (2005) y los londinenses tuvieron que pasar un día completo sin servicio luego del ataque con bombas (2005). Lo que ocurrió en realidad es que el gobierno no tuvo información de lo ocurrido por no tener sistemas de comunicaciones para emergencias. No hostilicemos a quienes no tienen la culpa, dediquémonos más bien a que no se nos diluya el ánimo para seguir apoyando la reconstrucción del sur. Hasta la próxima.
Diario El Correo – Lima 19/09/2007
LA INFORMALIDAD CONTAMINA!
Ha hecho bien el presidente García, al tomar la posta de la Presidencia de APEC, en recordar que el foco de atención del foro debe ser la liberalización y facilitación del comercio y la inversión, y el fortalecimiento de capacidades. No obstante, no podemos pasar por alto que uno de los temas más discutidos en la reciente reunión en Australia fue el del cambio climático. Lo que parecerían dos temas alternativos de agenda en realidad es uno solo, por los vasos comunicantes que los unen. Enfocado desde un punto de vista macro, es correcto que el calentamiento global debe ser entendido como un tema de nuestra civilización en su conjunto, pero si lo vemos desde un punto de vista micro, de comercio diario, de acceso a mercados, de exportaciones, comprenderemos que la contaminación puede rápidamente convertirse en un impedimento para el desarrollo del comercio y la inversión. Ni el mercado europeo, ni el americano –por ahora están hoy día dispuestos a comprar productos peruanos (textiles, agroindustriales, manufactureros, forestales, etc.) que en su proceso productivo contaminen. Todas las empresas serias y formales que exportamos a estos mercados cumplimos protocolos medioambientales y tenemos certificaciones nacionales e internacionales al respecto. Pero llega un momento en que “ningún rollo de fotos es mejor que la cámara en que está puesto”. Ninguna empresa será mejor que el país en que opera. La contaminación de aguas, aire, campos, ciudades, etc. por parte de los informales está llegando a tal magnitud que si queremos contribuir con detener el calentamiento global, y si queremos mantener abiertos nuestros principales mercados de exportación en el largo plazo, debemos hacer algo serio, real, concreto y eficaz con respecto a la informalidad. En el transporte urbano no hay que ser ingeniero para ver el grado de contaminación de toda la chatarra mortal que circula en nuestras ciudades. En el comercio, basta ver el destino de todo el aceite de motor de los talleres informales, o los botaderos ilegales de basura (residuos sólidos, como le dicen) que prosperan en todas las ciudades chicas o grandes. ¿Y la minería? Ya sea en Tambogrande (ojalá que no en Majaz en el futuro) o en los lavaderos de oro de Madre de Dios son los informales y no las grandes empresas los que contaminan. Y las radios manejadas por curas (pero que no son “la voz del Vaticano”), ¿qué dicen? Y algunas ONG, tan preocupadas por las aguas limpias de la gran minería moderna, como en Quilish, ¿qué dicen? ¿Quién controla la cantidad y calidad (¡horror de horrores si se supiese la verdad!) de los agroquímicos, clorados, fosfatados, pesticidas y fungicidas que se usan en la agricultura informal, contaminando productos de consumo, suelos y aguas? Los peruanos –con gran potencial de crecimiento en turismo, minería, agroindustria, petroquímica, forestales y acuicultura– debemos darnos cuenta de que la informalidad contamina, y una forma de contribuir con el medio ambiente y hacer sustentable nuestro crecimiento es combatiéndola frontalmente.
Diario El Correo – Lima 19/09/2007