31 de octubre de 2007

¿PLOMO BUENO Y PLOMO MALO?


Los peligros de la contaminación con plomo han alarmado a la población y es un tema ampliamente destacado por los principales medios de comunicación del Perú. Hasta la Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA) ha salido a protagonizar la lucha contra los juguetes con plomo (que sería del orden del 20 % de todos los juguetes analizados).

¿Pero por qué el plomo en juguetes ha desatado un escándalo y no escandaliza, de la misma forma, el plomo que sigue dañando la salud de los niños del Callao, el plomo de la minera Doe Run que ha contaminado a más del 90% de los niños en La Oroya, el plomo que ha matado, en varias ocasiones, a peces de los ríos que bajan de las mineras en Cajamarca, el plomo que las mineras de la carretera central le meten cada día al Río Rímac o el plomo (y el cadmio) que ha contaminado los suelos, pastos y granos de los cultivos de las familias del entorno de Minera Yanacocha?

¿Por qué el plomo presente, sobre todo, en la gasolina de 84 octanos (prohibida en otros países) no es tan cuestionado por los mismos medios y políticos que ahora han emprendido la campaña contra los juguetes contaminados?

¿Amor a los niños?

¿Temor de que los propios hijos de los voceros de la campaña anti juguetes con plomo puedan ser contaminados? Tal vez, ambas razones podrían considerarse altruistas, nobles y justas. ¿O acaso se trata del lobby de las empresas que fabrican o importan juguetes sin plomo para sacar a las compañías que sí lo hacen?


¿Doble Discurso?

Pero… ¿Por qué usar diferente vara para medir la contaminación con plomo de las industrias del juguete de la contaminación con plomo generada por las empresas mineras y por la industria que lucra con la venta de gasolina plomada?


¿Por qué la Sra. Valenzuela, De Althaus, Rosa María Palacios y A. Mariátegui no dicen que se está atentando contra la libertad de empresa de las fabricantes de juguetes y no dicen lo mismo cuando se trata del plomo de las mineras? ¿No es tecnología de punta la que permite a unas fabricar juguetes con plomo por millones y a precios competitivos y a otras extraer el oro y el cobre más barato del mundo? ¿Acaso no dan trabajo y traen crecimiento de la economía las empresas transnacionales que fabrican juguetes contaminados, como también lo hacen las compañías mineras a las que estos comunicadores no tocarían ni con la punta del pelo? ¿Es qué hay “plomo bueno” y “plomo malo”?


¿Segregación, Racismo?

¿O será acaso que la vida de los niños urbanos que pueden tener juguetes vale más que aquella de los niños pobres, generalmente campesinos, que no pueden tener juguetes? ¿Cómo explicar el enorme despliegue mediático y las declaraciones de algunos congresistas generalmente despreocupados por los temas ambientales que ahora se rasgan las vestidura ante la potencial amenaza que representa la contaminación con plomo para la salud de los niños y no levantan la voz ni se indignan por los niños pobres que están crónicamente contaminados con plomo en el Callao y La Oroya o de poblaciones que podrían estarlo si siguen expuestas, como están actualmente, a las actividades de las empresas mineras en Puno, Cusco, Junín, Huancavelica, La Libertad, Piura, Cajamarca o Ancash?


¿El perro del hortelano?


Los voceros del partido de gobierno podrían tener otro excelente ejemplo: ¿Por qué si el Perú no fabrica juguetes, debería impedir que otros lo fabriquen y comercialicen? Por lo demás, razonando perversamente, hasta podrían decir que siendo el Perú país productor de plomo (del que se vende y del que no, pero igual contamina) es hora de dar leyes para promocionar la fabricación de juguetes con plomo en La Oroya (“Mini Toys City” para estar a tono con el TLC) o mejor aún, el país podría exportar los juguetes de los niños de La Oroya que, si no tuvieron plomo en su fabricación, de seguro lo obtuvieron por exposición, lo que los hace aún más baratos y competitivos, con alto valor agregado y hasta denominación de origen que los chilenos no podrán disputar (made in Oroya, una de las diez ciudades más contaminadas del mundo).


¡No, qué va, en el país hay transparencia, independencia y libertad de información. En el Perú basta el autocontrol y la autorregulación de las empresas. En el Perú moderno no hay racismo ni segregación… menos aún corrupción de los medios de comunicación!


¿Por Favor, No confundamos las Cosas!


“Por supuesto, hay que ser objetivos y no mezclemos el tierno tema de los niños cuya salud potencialmente peligra por los juguetes contaminados con el tema de los derechos humanos y ambientales de los niños que ya fueron contaminados o están siendo, ahora mismo, contaminados por el plomo en las familias que viven en las proximidades de las explotaciones mineras.”


“Tampoco hagamos caso de los ecologistas que solo buscan desalentar a las empresas mineras y petroleras responsables que se alistan para regalar juguetes a los niños pobres en la próxima navidad: no permitamos que el tema sea politizado y pueda terminar creando una autoridad ambiental autónoma que pudiera ser creíble y para ello estar dotada de mecanismos de anticorrupción.”


Sin duda, estos argumentos o similares serán esgrimidos como respuesta a la discriminación que han establecido muchos medios de comunicación y líderes políticos sobre la existencia del “plomo bueno y el plomo malo”.

Asociación Civil ECOVIDA
Cajamarca Perú.