28 de noviembre de 2007

EL LIBRITO ROJO DEL PRESIDENTE GARCÍA

Mirko Lauer.


Con su ataque a quienes considera que tienen el poder de bloquear formidables proyectos de desarrollo, Alan García ha logrado que el gran público pare la oreja en un tema generalmente visto como muy árido. Ahora en su segunda entrega periodística el presidente intenta fijar la agenda del debate en torno de un puñado de proyectos, varios efectivamente interesantes.

El texto que viene avanzando García por entregas es un tour de force desde su título. En el primer texto el problema se centraba en un conjunto de particulares que todo lo bloquea por mezquindad. El problema estaba más en aquella porción postergada de la sociedad que por diversos motivos no se deja ayudar por la parte dinámica y próspera de la sociedad.

En esta nueva entrega el rumbo de la preocupación ha cambiado, en una dirección menos polémica: el perro del hortelano ya no es un particular que bloquea todo lo que encuentra a su paso (carreteras, proyectos extractivos), sino un conjunto de normas estatales que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas que diría Lenin, citado al paso en el segundo texto.

Muchas, por no decir todas, las propuestas que ahora hace García son de sentido común. Salvo por el detalle de que no toman en cuenta la naturaleza misma del Estado que él viene gobernando. Unir organismos o exhibir sentido práctico no equivale a una reforma del Estado. Además, para el gran capital el Estado funciona bastante bien. El perro pasa hambre, pero el dueño del huerto come bien.

Lo que García quiere es un Perú de grandes negocios que además permita un buen nivel de vida para todos. Que se sepa nadie está postulando que esto es imposible. Pero a la vez no olvidemos que pronto cumpliremos 20 años de darles enormes facilidades y bocados a los negocios (Perú, la Albania del capitalismo), con los resultados sociales que están a la vista.

Lo que García hace en cierto modo es pedirle una tregua al país de la protesta, como si el esquema que ahora administra, ya próximo al cuarto de siglo, hubiera nacido con su segundo gobierno. Exigirles a los trabajadores que se pongan al 100% en la lógica de los intereses del capital para así crecer todos juntos y tener algo que repartir es tan viejo como el shock de Juan Carlos Hurtado.

Lo que les da buena parte de su punche polémico a los dos artículos de García es que el país de la protesta tiene reclamos puntuales pero no propuestas alternativas. Pero es poco probable que los argumentos de García lleguen a su destino en los casos puntuales de hortelanismo atribuido o comprobado, privado o estatal, que adornan el paisaje político.

Diario La República – Lima 28/11/2007