31 de enero de 2008

"Pese a que la prensa local no informo sobre el diálogo entre la sociedad civil y las empresas mineras, CARETAS, sin embargo, dio una versión más ajustada a lo que realmente ocurrio en el Acuerdo Nacional del 25 de enero"


DIÁLOGO A TAJO ABIERTO


Enrique Chávez


Benavides ofreció retomar el diálogo entre la minera y la comunidad. “Lo he estado persiguiendo para convencerlo”, dijo de Arana, quien acusó a Yanacocha de afectar la institucionalidad en Cajamarca.

Afuera en la plaza de armas, la lluvia intermitente no desanimaba a los escolares que celebraban el inicio del carnaval con pasacalles y golpes de tambores. Pero el ambiente era menos festivo en el gran salón del hotel Costa del Sol que alojaba la sesión cajamarquina del Acuerdo Nacional.

El temario sobre minería del último viernes 25 adquiría un peso especialmente simbólico por discutirse en el departamento más identificado con la conflictiva actividad que, según el premier Jorge del Castillo, aporta “la mitad de los ingresos del Estado”.

Luego de la intervención del presidente regional, Jesús Coronel, la prensa fue invitada a retirarse debido al calibre de los temas que se discutirían. CARETAS logró disimular su presencia.

Entre la larga lista de expositores destacaron sobre todo quienes se guardaron la munición para el final. El sacerdote ambientalista Marco Arana se basó en un informe del Banco Mundial para acusar a la minera Yanacocha de “debilitar la institucionalidad de la región. En Cajamarca todo se define en torno a lo que Yanacocha dice o deja de decir”.

Los desencuentros entre Arana y la poderosa Yanacocha, parte del imperio Newmont, que desde hace quince años controla en la puna cajamarquina el yacimiento aurífero más grande de América Latina, se tiñeron de color hormiga hace un buen tiempo. Durante su declaración en el Congreso en diciembre del 2006, Arana acusó a Yanacocha de reglaje y afirmó que Isidro Llanos y Edmundo Becerra, dos asesinados en las inmediaciones de la mina, también fueron espiados por la compañía.

En 1994 la producción era de 84 mil onzas de oro. A partir del 2006 comenzó a echar reversa.

Arana remarcó ahora que el caso Llanos seguía sin resolver. “No se puede olvidar prácticas lesivas”, advirtió para luego subrayar la paradoja del “43% de desnutrición infantil en la cuna minera del país”. Cajamarca sí es el mendigo sentado literalmente en un banco de oro.

Arana también criticó que antes de iniciar sus operaciones Yanacocha hubiera comprado tierras a US$ 20 la hectárea y que hoy los policías de franco trabajen para la compañía por S/.80 diarios.

Luego resumió los cuestionamientos a la minera con el dedo puesto sobre la llaga que más duele: el agua. Según sus números, la ciudad de Cajamarca utiliza 7 millones de metros cúbicos de agua anuales, mientras que Yanacocha consume 17 millones.

Solo cuatro puestos más allá, Raúl Benavides, presidente de Yanacocha, tomaba atenta nota de las palabras del religioso.

CUANDO LE TOCÓ EL TURNO pocos minutos después, Benavides comenzó lamentando que “teníamos un grupo de diálogo minero para conversar temas que Marco sugirió. Volvamos. Estamos más que dispuestos”, propuso.

Benavides reconoció que “tenemos un reto muy fuerte porque nos persigue un pasado muy malo. En lugar de pasivos, queremos dejar activos”.

Sobre la evidente pobreza todavía imperante en Cajamarca adelantó que “vamos a generar consumo. El gran problema del país es la falta de chamba. Y aunque la educación, la nutrición y la salud no es el trabajo de los mineros, estamos haciendo todo lo que podemos”.

“¿Quedamos?”, le preguntó desde su asiento al sacerdote.

El minero mostró disposición a contrastar sus cifras con las de Arana. “Si quieres las publicamos”, ofreció.

La tensa relación entre la minera y la comunidad cajamarquina le ha pasado la factura a la producción de oro. Según César Humberto Cabrera de la Confiep, “el auge minero concluyó en el 2005. La producción cayó en el 2007 y los altos precios disimulan la situación”. Cabrera advirtió que a este paso “jamás llegaremos a impulsar un proceso industrial a partir del crecimiento de la minería”.

En el caso del oro, ese proceso pasaría forzosamente por el despegue, y el importante valor agregado, de la joyería. “El 85% del oro extraído en todo el mundo termina en esa actividad”, continúa Cabrera. “Y nosotros, con la onza en un récord histórico de US$ 915, no queremos sacar más”. Precisó que hoy en el Perú se extrae menos oro que hace diez años.

El golpe ya fue acusado. Juan Valdivia, ministro de Energía y Minas, adelantó que la reducción de la producción de Yanacocha (ver cuadro) debido a la oposición de la población a nuevos proyectos significa que el canon asignado a Cajamarca para el próximo año se vería reducido en un 40%. El canon minero depositado al período correspondiente a junio 2007-mayo 2008 fue de US$ 130 millones. Entre el 2001 y el 2007 esta partida había crecido en 5,121%.

Según los cálculos de Cabrera, solo los proyectos de Yanacocha podrían producir alrededor de US$ 150 millones anuales por canon y regalías para los próximos veinte años. “Naturalmente”, elabora en un texto enviado a esta revista, “los niveles de empleo podrían multiplicarse por cinco o por diez si se instalan varias fábricas de joyas de oro para la exportación en la ciudad de Cajamarca y en los alrededores de Porcón”.

Además, los proyectos cupríferos paralizados en La Granja, Michiquillay y Galeno permitirían una producción aproximada de un millón de toneladas anuales durante veinte años. En ese caso el canon y las regalías serían de US$ 554 millones anuales adicionales por 20 años. Buena parte de ese dinero, argumenta, iría a financiar las irrigaciones y canalizaciones de agua, así como el desarrollo de la infraestructura eléctrica y vial.

De la necesidad de lo último se convencieron los huesos del premier Del Castillo, que llegó a Cajamarca desde Chiclayo por vía terrestre. “Estoy muy indignado con el estado de esa carretera”, proclamó con sus ojeras todavía más pronunciadas.

Revista Caretas – Lima 31/01/2008