14 de octubre de 2007

“ALAN SE ARREPIENTE DEL PASADO Y SE VA AL OTRO EXTREMO”



El jefe del Departamento de Economía de la Universidad Católica y columnista de este diario cuestiona la vieja falacia neoliberal según la cual los bajos costos laborales, principalmente los bajos sueldos, son indispensables para que las empresas puedan generar empleo. Iguíñiz busca aquí desmontar una serie de mitos que ciertos economistas han buscado instalar como dogmas en la opinión pública.


Por Enrique Patriau



Suele afirmarse: "con salarios bajos, las empresas pueden contratar a mayor cantidad de empleados". ¿Qué le sugiere esa afirmación?

Esa visión es incompleta.

¿Por qué?

Porque las empresas funcionan con un máximo de trabajadores y no van a contratar más de los que necesiten, por más bajos que estén los sueldos. Eso para empezar. Y en segundo lugar, este argumento no toma en cuenta que, en general, la generación de empleo está más asociada a la expansión del mercado. Cuando el mercado se expande, pasa algo muy importante para el empleo: se diversifica la economía. Emergen nuevas actividades…

Y nuevos puestos laborales.

Pero todo esto supone mirar el mercado de trabajo en términos de largo plazo, supone entender que la fuente de más puestos de trabajo no son los salarios bajos. Más bien, es muy importante que la clase media se expanda, que crezca la demanda.

Aunque del otro lado siempre dirán que los salarios altos impiden contratar a más personas.

La salida histórica a ese problema es la inversión en nueva tecnología. Los empresarios invierten en ella cuando necesitan competir de verdad, no en base al cholo barato sino en base a la calidad y precio de sus productos. ¿Qué quiere decir eso? Algo clave: que el cambio tecnológico permite pagar más y vender más barato.

Claro, pero acá no se invierte en tecnología.

Ese es el punto. Si el precio de la fuerza de trabajo es muy bajo, hay menos exigencia de cambio tecnológico porque puedo seguir ganando sin innovar. Y eso es dañino a mediano y largo plazo porque en mano de obra barata siempre nos van a ganar los chinos.

Partiendo de lo más obvio: son muchísimos más.

Y arrancan desde salarios realmente bajos. Pretender competir contra eso es ir por el camino equivocado.

Si se invierte en tecnología, debe hacerse otro tanto en capacitación.

–Eso debe correr por parte de la empresa. Está demostrado que el gasto en capacitación es mayor cuanto mayor es la estabilidad de los trabajadores. Claro, mientras más difícil es despedir a alguien, no queda otra que capacitarlo continuamente para que pueda adaptarse a lo que una empresa necesita. El caso más extremo es Japón, con una ley absolutamente rígida, donde el despido es casi imposible y, en simultáneo, existe un entrenamiento intensivo.

Acá no hay estabilidad laboral. Es casi una mala palabra. Sí existe el despido arbitrario. Y algunos reclaman todavía mayor flexibilidad.

En eso hemos entrado en una discusión, a mi juicio, lamentable, ¿no? Lo que ha estado en agenda es cuán caro debe ser el despido arbitrario, con lo cual estamos ante un tipo de debate penoso. En principio, esa arbitrariedad no debería existir. Algunos quisieran que la arbitrariedad sea barata, y eso es muestra de que la política económica y la cultura empresarial peruanas no apuntan todavía hacia el cambio tecnológico, hacia el aumento de la productividad. ¿O de qué otra manera se puede competir con productores de otros países?

Con la flexibilidad opera la misma lógica de los salarios bajos: más fácil es deshacerse de empleados, más fácil es contratar nuevos.

Pero no se olvide de que las empresas necesitan cada vez más trabajadores calificados. Lo que ha estado ocurriendo es que se ha sacado a gente, o porque era muy cara mantenerla con sus beneficios, o porque ya era mayor, y se ha contratado a jóvenes ya capacitados, que en términos de entrenamiento no han significado costos significativos para los empresarios. Bueno, ya no hay tantos afuera en condiciones de adosarse al ritmo de una empresa con las suficientes habilidades o preparación. Por eso, ha llegado el momento de pensar en una nueva etapa, en la que la capacitación en la empresa se convierte en una necesidad. En el Perú hemos vivido una época que llamaría de sobrecalificación, es decir, mucha gente ha tenido que buscarse un trabajo que nada tenía que ver con lo que estudió. Eso ya se acaba.

Pobreza como solución

Usted ha escrito que, para cierta visión empresarial, la pobreza es una solución. ¿Por qué?

"Es el momento para que el Estado negocie con las mineras condiciones más equilibradas".

Yo siento que hay unas reglas de juego y unas políticas públicas que hacen que muchos empresarios estén presos de dilemas. Imagínate en un bote que se está hundiendo por sobrepeso: ¿a cuántos arrojo al mar para que el bote siga flotando? Eso no siempre es culpa del que conduce, sino que la lógica de la competencia obliga a tomar decisiones complicadas. La otra alternativa, abandonar el bote, perjudica a todos. Por eso digo que el mantenimiento de la pobreza, para algunos, es la solución. Y eso es en general, pero en el Perú se hace más a la bruta, como todo.

Podría haber políticas sociales que protejan en algo a los náufragos.

En otros países dicen: ¡tiren a tres al agua! Pero los lanzan con un colchón salvavidas. Acá se les dice: vean cómo nadan. Todo esto suena terrible, pero es tan cotidiano que nos hemos acostumbrado a considerar normales situaciones en donde las decisiones a tomar son terribles. Si hubiera un seguro de desempleo, aunque sea temporal, ya ayudarías a flotar…

Plantear un tema como ese es para ser tachado, mínimo, de comunista.

La acusación remite al siglo pasado, pero el problema que expongo es real y actual. Es como si los muertos y heridos no contaran. Ese es mi punto. Todo de lo que estamos conversando forma parte de una lógica de reglas de juego que deben respetarse para sobrevivir. Y ojo, que yo no propongo como solución políticas sociales de mitigación. Yo hablo del cambio tecnológico para aumentar la productividad. Esa es una salida distinta que lleva al aumento de salarios. La gente ya se olvidó de que lo más progresista que puede hacer el sistema económico es mejorar la calidad de los productos, vender más barato y pagar más a los trabajadores. Suena a utopía, pero esa es la normalidad de economías competitivas. La tarea del Estado es ampliar las posibilidades de competir y hacer negocio sin tener que basarse en la prolongación o aumento de la pobreza.

Mientras, en el Perú se habla de chorreo, cuando la vasija de los de arriba ya esté bien llena. El discurso es: paciencia, que ya van a caer las primeras gotas.

El punto es quién pide paciencia. Cuando uno ve a sus hijos abandonando el instituto porque no se tiene cómo pagar, o ve a sus padres en casa sin jubilación, ¿cómo se puede tener paciencia ahí? Es fácil tenerla cuando uno no sufre los sacrificios del crecimiento, fuera de trabajar 10 horas al día. En el Perú, en los últimos 25 años, ha imperado la mirada del corto plazo para aprovecharse del momento, con poca perspectiva…

No existe un enfoque solidario.

No, no. Más bien se ha aprovechado la desgracia ajena para convertirla en fuente de progreso. El individualismo y desconfianza en el Perú son muy grandes como para pensar en el otro en términos de próximo.

Minería y desarrollo

¿Cree que es la minería indispensable para el desarrollo del país?

Yo creo que la minería responsable es necesaria. Y ahora hay mucho margen para eso. Las perspectivas de la minería en el Perú son tan extraordinarias que toda empresa significativa tiene en agenda no solamente un proyecto, sino varios detrás. Por lo tanto, este momento es altamente favorable para que un poder público que se haga respetar ponga condiciones a favor de todos, incluyendo, desde luego, a los propios campesinos. Es el momento ideal para negociar. ¿Se da cuenta? Podría haber una minería que no fuera pirata, esa que saquea y se va en galeón.

Sin embargo, queda claro que el Estado se pone solamente de un lado: el minero. Y se le nota muy poco proclive a defender los intereses de los ciudadanos.

Es un método que se hizo popular durante el régimen de Fujimori, que entraba a la bruta, como sea. Lo terrible es que, dadas las condiciones actuales, es un camino innecesario. Se podría darles a las empresas un horizonte de estabilidad indispensable para que se ratifiquen en su proyecto a 30 años, pero cumpliendo a la vez determinadas reglas referidas al cuidado del medio ambiente, a las relaciones con los campesinos.

¿Por qué cree que el Estado solamente saca cara por las mineras?

Porque tiene una mirada muy simple de progreso y pone toda su esperanza en las exportaciones mineras, sin tomar en cuenta la necesidad del desarrollo industrial, de promover una ancha base de crecimiento y aumento de productividad. Claro, todo se reduce a apostar por la minería. ¿Y el resto? Que venga por chorreo.

¿Y no tiene que ver también la posición política y económica del presidente García?

Lo de García es una sobrerreacción a una trayectoria, a un pasado del cual se arrepiente, pero que no requería un movimiento pendular tan extremo para recibir la confianza de los inversionistas. Podría haber sembrado esa confianza con medidas de estadista más balanceadas.

Diario La República 14/10/2007










RECURSOS DE CANON MINERO BENEFICIARÁN A UN MILLÓN DE PERSONAS


Se asignarán cheques de entre 5 mil y 7 mil soles.


Rafael Cornejo



Lo escucharon. Carranza pidió seguir con sus reformas y Palacio lo escuchó. (Foto. Rafael Cornejo).

Para hacer frente a las críticas suscitadas por el anuncio gubernamental de destinar un 35% del canon a las familias de las provincias donde se asientan las minas, el ministro de Economía, Luis Carranza, afirmó ayer en una conferencia en Palacio de Gobierno que la medida beneficiará a más de un millón de personas.

"Estas personas se verán beneficiadas de distinta manera porque la riqueza minera varía entre un distrito y otro, pero dado que muchas de estas personas viven en extrema pobreza, esta medida va a significar un cambio dramático en su calidad de vida", dijo a los medios de comunicación.

Carranza también justificó la medida argumentando que la gente que vive en estos distritos mineros no siente el beneficio de la minería, pues los alcaldes no terminan con éxito las obras públicas.

"Necesitamos que la gente que sufre las consecuencias de la inversión minera se sienta beneficiaria directa de esta inversión", añadió.

El titular de Economía negó finalmente que sea "asistencialismo", pues cada familia recibirá un cheque anual (y no mensual) que oscilará entre los cinco mil y los siete mil nuevos soles.

PRECISIÓN

INEQUIDAD. Carranza dijo que existe una situación poco justa con el canon, ya que el 3% de los distritos se llevan el 50% del mismo, pero "cuando se quiso modificar esto hubo conflicto social".

Diario La República 14/10/2007







BUEN ROMANCE. DOMESTICANDO CIUDADANOS


Carlos Reyna.


Hay un punto en común entre los demagogos y los tecnócratas socialmente irresponsables. Todos tratan a los ciudadanos como a una masa a la que hay que domesticar constantemente, convirtiéndola cada día en algo dócil y manipulable que se rinda a su tutela sin resistencias.

Un caso extremo es el que ocurre con el censo del próximo domingo 21. El jefe del INEI pretende imponernos un día de encierro domiciliario a todos los peruanos. Alega que, para hacer el censo, se necesita recluir en casa, durante 10 horas, a unos 27 millones de peruanos y dejar desiertas todas las calles, de todas las ciudades y pueblos, a lo largo y ancho de todo el país. Unos 7 millones de hogares convertidos en lugares de encierro forzoso. Todo el Perú convertido en un inmenso panóptico.

Los periodistas han hecho flecos las peregrinas justificaciones del jefe del INEI. Le han recordado lo más importante: esa disposición vulnera derechos constitucionales de manera clarísima. Pero nada parece conmoverlo, escudado en un decreto con rúbrica presidencial. El punto es que la Constitución está por encima. Y se trata de una manera tan boba de desconocer derechos que sería todo un síntoma de debilidad ciudadana que se llegue a consumar.

Hay otro modo, menos burdo, pero más perverso, de ir domesticando al ciudadano. Es el proyecto del Ejecutivo de entregar dinero en efectivo a las familias de los distritos con explotaciones mineras. Para esa entrega, los municipios distritales tendrían que destinar el 35% de lo que obtengan por concepto del canon minero.

Es obvio que este proyecto es la respuesta del Ejecutivo y de sus tecnócratas a la fuerte resistencia de ciertas comunidades a la manera prepotente como se instalan y funcionan determinadas empresas mineras en sus circunscripciones.

Una respuesta distinta habría sido la de establecer una verdadera fiscalización ambiental, asumida por una autoridad autónoma y creíble. Otra más, complementaria, sería la de reconocer atribuciones a los gobiernos regionales y locales en el proceso de autorización a las explotaciones mineras. El gobierno prefiere el método de seducir gente dándole dinero.

Se trata de un caramelo emponzoñado para los ciudadanos de esos distritos. Lo dulce está en esos soles que siempre necesitarán en medio de la pobreza. Lo venenoso está en el debilitamiento inevitable que sobrevendrá para sus municipios. No sólo porque les recortan el canon, sino porque la distribución del dinero hará aflorar, inevitablemente, los conflictos y las discordias dentro de ellos y en torno a ellos.

Comprar voluntades y llevar los conflictos hacia dentro de los distritos es la manera como el Presidente y ciertos ministros encaran los problemas entre las comunidades y la minería. Qué tales demócratas.

Diario La República 14/10/2007