23 de octubre de 2007

LA TORRE ENCABEZA COMISIÓN PARA PROTESTAR REDISTRIBUCIÓN DEL CANON



Marco La Torre Sánchez, burgomaestre provincial, encabeza una comisión oficial integrada por alcaldes distritales y regidores, que se hace presente hoy, en el Congreso de la República – Lima, para solicitar que el proyecto de ley de redistribución de canon minero sea rechazado por el Legislativo.

A las 12:00 del mediodía, está prevista la entrevista con los congresistas de Cajamarca y la comisión parlamentaria de descentralización para hacer este pedido de manera oficial.

Según informa, Alejandro Gálvez, regidor de la comuna cajamarquina, “esta comisión tiene la misión de sustentar este pedido con bases técnicas, a fin de demostrar que entregar de manera directa parte del dinero por concepto de canon minero a las familias de las zonas de influencia de la minería, constituye un grave error. Además impedirá la concretización de obras y proyectos para el desarrollo y producción”.

Esta comisión fue conformada en la última sesión ordinaria de concejo provincial donde estuvieron presentes los alcaldes distritales, quienes también se mostraron en contra de esta medida a la cual calificaron de populista.

Diario Panorama – Cajamarca 23/10/2007









UN CONSENSO PARA EL DESARROLLO


Escrito por Marcos Valdez


Lo expuso en una charla magistral. Ricardo Froilán Lagos Escobar, abogado y economista, Presidente de Chile entre marzo de 2000 y marzo de 2006, dictó una clase magistral en la que explicó, entre otros temas de importancia, cómo se logró el milagro económico que colocó a Chile en el envidiable y selecto pelotón de avanzada de las naciones más prósperas del planeta.

El ex presidente, que caracterizó su gobierno por la firma de tratados de libre comercio con Estados Unidos, China y la Unión Europea, entre otros, y por considerables avances en la infraestructura de su país, refirió que fue el pragmatismo de su economía abierta y otras medidas tan creativas como serias las que lograron el ejemplar desarrollo chileno. Lagos expuso su valiosa fórmula en el evento “Chile piensa: protagonistas del cambio”, realizado en España, con una ecuación sencilla: “Consenso = Desarrollo”.

Así es, la historia del éxito chileno empezó con un acuerdo simple y de sobrevivencia: una coalición de los políticos y líderes de la sociedad civil para llevar adelante una transición tranquila hacia la democracia. En el camino, sin embargo, esas mismas personas se dieron cuenta de que la democracia ya no era suficiente para el país, y que la misma coalición era necesaria para llevar a Chile mucho más allá: a la modernidad. El desafío de entonces fue político, económico, social y cultural, y cada uno requirió grandes dosis de creatividad para ser enfrentado.

Ese preciso momento fue, probablemente, cuando el hermano pueblo sureño alcanzó el umbral de la sensatez. ¿En qué consiste, y cuándo y cómo se alcanza ese ansiado “umbral”? En esencia –explicó un analista internacional-, el umbral de la sensatez es ese punto de la historia en el que un porcentaje decisivo de la clase dirigente coincide en el diagnóstico sobre los males que aquejan a la sociedad y en las medidas que deben tomarse para conjurarlos.

Para Chile, el desafío fue doble y encontrado, había que crecer económicamente con miras al desarrollo y priorizar a la vez la eliminación de las tremendas desigualdades de la población. Debía mantenerse una mirada común y un consenso social imposible, por lo que también fue necesario consensuar. Dejar de lado las trincheras políticas y los intereses personales y de grupo. Fue imperativo reconocer y aceptar que lo fundamental para crecer es invertir, ahorrar y atraer inversión extranjera. Asimismo, el país decidió abrirse al mundo, se animó a competir en un mercado globalizado, bajaron sus aranceles y firmaron acuerdos con los distintos bloques económicos del mundo.

Por supuesto, Chile fue afortunado porque contaba con valiosos recursos minerales que le dieron la caja suficiente para apalancar su espectacular desarrollo. No obstante, tuvo que hacerse competitivo, aprendió que era necesario ponerle un sello de excelencia a todo lo que hacía. Claro, nadie compra un vino chileno para “apoyar” a Chile, lo compran porque el producto es bueno y punto. Los agricultores, por ejemplo, aprendieron que para exportar berries (ándanos, frutillas, frambuesas o fresas del bosque, moras y otros) a Europa, era necesario recibir varias veces al año a inspectores que constataran cómo se riegan, con qué agua, quiénes son los que recolectan los frutos, el tipo de insecticida que se usa y hasta dónde se guardan estos últimos. Actualmente, gracias a ese consenso inicial, el setenta por ciento del comercio exterior chileno esta bajo algún acuerdo de libre comercio.

Todo ese esfuerzo, sin embargo, requirió de un gran crecimiento en infraestructura. Chile tuvo que recurrir a la empresa privada, pero no para pedirle “apoyo”, “donaciones” o “contribuciones” fuera de la ley, sino para concesionar carreteras, aeropuertos y hasta las cárceles del país. Así, los recursos públicos que no se gastaron porque los proporcionó la inversión privada, pudieron ser invertidos en infraestructuras sociales en aquellos ámbitos donde si no lo hace el Estado no lo hace nadie. El resultado: Chile, en los últimos quince años creció a un ritmo que cuadriplica el de la región y logró reducir la pobreza a casi un tercio de lo que era.

El ex Presidente lo resumió así: “Aunque todavía tenemos altos niveles de injusticia en la distribución de la renta, esa reducción espectacular de la pobreza ha sido posible gracias a una política social fuerte, decidida y clara. Y lo que es más importante, quizá, gracias al consenso logrado por una mayoría acorde en los cambios que había que introducir, para hacer esas políticas sociales”.

De hecho, la tarea no fue sencilla y es seguro que hubo miles de problemas en el camino. Para colmo –lo sabemos bien- no existe un recetario de políticas sociales que sirva para evitar o resolver conflictos. Más aún porque a medida que una sociedad avanza se considera con mayores derechos y requiere, y exige, nuevos bienes y servicios que lleguen y satisfagan a todos.

El milagro económico de Chile tiene, por supuesto, muchos más componentes. Las decisiones económicas tuvieron que estar acompañadas por decisiones políticas firmes y no siempre populares. También hubo que enfrentar nuevos desafíos en el campo de la educación, la ciencia y la tecnología y el laboral. Por supuesto también, ellos tuvieron sus enemigos del desarrollo, esos autodenominados defensores del pueblo que “critican todo, pero no aportan nada”, menos mal que allá la gente seria no les hizo ningún caso.

Lo importante es que Chile sí sabía lo que quería. Sabía adonde estaba y adonde quería llegar. Una vez definido el objetivo, el siguiente paso fue elemental: había que consensuar para llegar a la meta. No había otra salida. Probablemente, y salvando las distancias, esos sean los dos primeros pasos que los políticos y los líderes de la sociedad civil aún no han dado en Cajamarca y el motivo de que la población mantenga esa vaga sensación de que no vamos a ningún sitio y de que no existe ningún futuro alentador a pesar de poseer una inmensa riqueza minera.

La conclusión es inevitable: sí los chilenos alcanzaron el umbral de la sensatez y llegaron a consensos para lograr el milagro del desarrollo, no hay ningún pueblo en esta parte del continente al que le este vedado el desarrollo, la modernidad y la disminución de la pobreza. ¿Por qué no los imitamos?

www.cajamarcaopina.com – Cajamarca 23/10/2007